“Tengo
que conseguir mucha madera
Tengo que conseguir de donde pueda
Y cuando mi balsa esté lista partiré hacia la locura
Con mi balsa yo me iré a naufragar”.
Tengo que conseguir de donde pueda
Y cuando mi balsa esté lista partiré hacia la locura
Con mi balsa yo me iré a naufragar”.
Había
un hombre llamado P. Robinson
Crusoe. Vivía en una remota isla de Asia.
La Isla se llamaba Neofraternidad.
El
pobre hombre se sentía muy solo, tanto que había llegado a desesperar en busca
de compañía.
A
lo lejos, en el horizonte, el pobre P. Robinson veía un gran barco llamado
“Roma Conciliar”, cuyo capitán, François Bergoglio, le había enviado un mensaje
invitándolo a ser parte de la tripulación de la nave. Así dejaría de estar tan
solo y aislado.
Es
cierto que el barco estaba apestado, la plaga del SIDA hacía estragos, y viendo
las costumbres promiscuas de la mayoría de sus tripulantes, era difícil que el
P. Robinson pudiera no ser contagiado. Todos los días se veía morir gente sobre
la nave.
Pero
P. Robinson pensó que si había la “Sociedad de los Salvadores” reconocida por François Hollande, ¿por qué
los “neofraternitarios” no podrían estar bajo el amparo de François Bergoglio? ¿Y acaso debería él
pedirle un certificado de sanidad al capitán del barco? Si el capitán estaba contagiado, eso no
significaba que no pudiera transportar a P. Robinson y los solitarios
neo-fraternitarios. Ellos viajarían en un rincón de la nave, permaneciendo tal
como son, mientras el misericordiador Capitán François conducía el timón del
barco por los mares de la periferia del mundo.
Así
fue como, en medio de su desesperada soledad, P. Robinson escribió una larga
carta con todo tipo de razones para que todos apoyaran su deseo de salir de la
isla y ser parte de la tripulación del majestuoso barco romano. En vano se le
informó que no había cura para el SIDA, o que el capitán del barco y los
oficiales no hacían nada por curar la enfermedad, sino que más bien la
propagaban. En vano se le mostró que sobre el barco reinaban el caos, los
abusos, las injusticias, la mentira, la corrupción. P. Robinson no entendía
razones. Él miraba al horizonte y veía siempre al barco, tan imponente, que
parecía estar esperándolo. De hecho, un bote salvavidas fue procurado por el
capitán, y comenzó a acercarse a la isla.
¡Robinson
estaba salvado!
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La
historia verdadera, aún sin el final trágico que se avizora, puede leerse a
continuación:
ARTÍCULO DESCARADAMENTE ACUERDISTA DEL
DISTRITO DE ASIA DE LA FSSPX
LA UNIDAD DE FE CON EL PAPA FRANCISCO Y EL RECONOCIMIENTO CANÓNICO DE LA
FSSPX
En este artículo, publicado con el permiso de la Casa General de la
FSSPX en Menzingen, el P. Paul Robinson aborda la cuestión de si el Papa debe
tener la fe de un tradicionalista [nótese esta expresión “la fe de un tradicionalista”. Esta es
-simplemente- la fe católica] para que sea correcto para la FSSPX recibir de él el
reconocimiento canónico.
Introducción
En el debate acerca de si la FSSPX debe aceptar una prelatura personal
del pontificado del Papa Francisco, algunos han opinado que la FSSPX no debería
considerar si el reconocimiento canónico es oportuno o prudente; sino que más
bien, la verdadera pregunta que debería ser planteada es si la FSSPX y el Papa
Francisco comparten la misma finalidad y tienen la misma fe. De ser así,
entonces y sólo entonces podría ser correcto en principio, permitiéndonos
discernir si también es prudente.
La posición implícita de aquellos que expresan esta opinión, es que el
Papa Francisco no tiene la misma fe o la misma finalidad de la FSSPX, y por lo
tanto sería en principio un error aceptar el reconocimiento canónico bajo el
pontificado del Papa Francisco. No solo eso, sería ilógico, pues “establecer
unidad legal sin unidad real sería… contradictorio”.
Este artículo tratará de mostrar que, en principio, no es un error
aceptar el reconocimiento canónico de un Papa modernista, y también tratar de
determinar un criterio por el cual se puede determinar el grado en que la
colaboración con un Papa modernista es aceptable. Este artículo no considerará
si es prudente, en las circunstancias actuales, aceptar la prelatura personal
del Papa Francisco por parte de la FSSPX.
La Historia de la FSSPX
El primer hecho a destacar acerca de la posición mencionada es que va en
contra del espíritu que anima toda la historia de la FSSPX. Hagamos una breve
reseña de esa historia para ver que tal es el caso.
No parece muy difícil establecer que el Papa Paulo VI tenía fuertes
tendencias modernistas. Aun así la FSSPX fue erigida canónicamente bajo el
pontificado de Paulo VI y fue reconocida como pía unión desde 1970 a 1975. Así,
por lo menos en la mente del Arzobispo, no puede estar mal, en todas las
circunstancias, el colaborar con un Papa modernista al grado de tener una
estructura canónica bajo su autoridad. [El P. Robinson no toma en cuenta que en 1970, año de la
fundación de la FSSPX, la Iglesia recién empezaba a sumergirse en las tinieblas
de la espantosa crisis inaugurada con el concilio Vaticano II. A medida que se
producían los cambios y a medida que se consolidaba y se acentuaba más y más el
proceso de autodemolición en la Iglesia, Monseñor Lefebvre iba endureciendo, progresivamente
también, su postura ante la Roma ocupada por los herejes modernistas]
Los acontecimientos que llevaron a 1988 son tal vez los más ilustrativos
en este sentido. Cuando se entiende que Monseñor Lefebvre estaba esperando
señales de que debía consagrar obispos y que después de recibir dos de esas
señales bajo la forma de escándalos modernistas por parte de Roma, fue entonces
a Roma buscando un reconocimiento canónico; uno debería sacar el principio
general: los escándalos modernistas, por sí mismos, no son un obstáculo para
recibir el reconocimiento canónico de manos de los que perpetraron esos
escándalos. [Si
el P. Robinson tiene razón, Mons. Lefebvre se equivocó cuando escribió esto al
final de su vida y como conclusión de lo relativo al tema de las relaciones con
Roma: “Los sacerdotes que quieren permanecer católicos, tienen el
estricto deber de separarse de la iglesia conciliar, hasta que ella redescubra
la Tradición de la Iglesia y la Fe católica”. (Mons. Lefebvre en
“Itinerario Espiritual”, que es el último libro de Monseñor y, por eso, la
manifestación de su última y definitiva voluntad). Noten, a propósito, que la
expresión “iglesia conciliar” no figura nunca en este texto acuerdista de la
FSSPX. También se equivocó el capítulo general del 2006: "Los
contactos que mantiene la Fraternidad esporádicamente con las autoridades
romanas tienen como único objeto ayudarles a que hagan otra vez suya la
Tradición, de la que la Iglesia no puede renegar sin perder su identidad, y no
para lograr una ventaja para sí misma ni para llegar a un imposible
“acuerdo” puramente práctico"
Al mismo tiempo, el Arzobispo retiró su firma del protocolo que le
proveería una estructura canónica, porque perdió confianza en aquellos con los
que estaba negociando. [Así que, según el P. Robinson, no fue por motivos
doctrinales que Mons. Lefebvre retiró su firma] Una
vez que esta dura prueba terminó, se dio cuenta de que un mayor tradicionalismo [nótese la frase engañosa "mayor tradicionalismo".
¿Francisco debe ser calificado como una Papa “de menor tradicionalismo" y
Benedicto XVI como "de mayor tradicionalismo" que aquél?] por parte de los romanos -en su doctrina-
proveería bases sólidas para la confianza. [Entonces,
según este sacerdote acuerdista, de lo que se trata es de “confiar”, no de
defender la doctrina, no de combatir por los principios. Se trata de una
cuestión de confianza, no de fe]
Por lo tanto, para él, evaluar la fe del Papa era la base para evaluar
la aceptación del reconocimiento canónico, no en cuanto a si es posible, sino
más bien a si es prudente. Si se puede confiar en al Papa para permitir a la
FSSPX permanecer “como es” y ejercitar su ministerio -la “experiencia de la
Tradición”- con suficiente autonomía, entonces el reconocimiento canónico es
bueno para la Iglesia y debe ser aceptado.[Luego -conviene insistir en el punto- estas palabras de
Mons. Lefebvre no valen nada:“Los sacerdotes que quieren permanecer
católicos, tienen el estricto deber de separarse de la iglesia conciliar, hasta
que ella redescubra la Tradición de la Iglesia y la Fe católica”]
Esta misma línea ha sido seguida por la FSSPX en sus negociaciones con
la jerarquía romana en el siglo XXI. La FSSPX nunca ha ido a Roma, pidiendo que
el Papa y la jerarquía se conviertan al tradicionalismo antes de que la
posibilidad de un reconocimiento canónico sea siquiera considerada. [Entonces la
declaración del capítulo general del 2006 es inexplicable: "Los
contactos que mantiene la Fraternidad esporádicamente con las autoridades
romanas tienen como único objeto ayudarles a que hagan otra vez suya la
Tradición, de la que la Iglesia no puede renegar sin perder su identidad, y no
para lograr una ventaja para sí misma ni para llegar a un imposible “acuerdo”
puramente práctico". Un acuerdo puramente práctico es el que
tiene lugar sin que exista acuerdo en lo doctrinal. Ahora bien, para que Roma y
la FSSPX estén de acuerdo en lo doctrinal, hay dos posibilidades: o Roma debe
abandonar el modernismo y el liberalismo, o la FSSPX debe hacerse liberal y
modernista. No existe un posible término medio. ¿Entonces? Nunca se
ha pedido una profesión de fe por el Papa, una abjuración de herejía, un
syllabus de errores, ni nada parecido. Hacer eso implicaría que la FSSPX es el
superior y el Papa el inferior, como si fuera una cuestión de que el Papa
recibiera un reconocimiento legal por la FSSPX en lugar de lo contrario. En
resumen, esto implicaría un espíritu cismático. [De nuevo este sacerdote liberal y acuerdista pretende tener
razón en contra de Mons. Lefebvre: “Suponiendo que de aquí a un tiempo
Roma nos llame, nos quiera ver y volver a conversar, en ese caso seré yo quien
ponga las condiciones [...] Y plantearé las cuestiones desde el plano
doctrinal: "¿Están de acuerdo ustedes con las grandes encíclicas de los
grandes papas precedentes? ¿Están de acuerdo con la Quanta Cura de Pío IX,
Immortale Dei y Libertas de León XIII, Pascendi de Pío X, Quas Primas de Pío
XI, Humani Generis de Pío XII? ¿Están ustedes en plena comunión con esos papas
y sus afirmaciones? ¿Aceptan también el juramento antimodernista? ¿Están por el
reinado social de Nuestro Señor Jesucristo? Porque si no aceptan las doctrinas
de sus predecesores es inútil hablar. Mientras no acepten reformar el Concilio considerando
la doctrina de los papas anteriores, no hay diálogo posible. Es inútil.” (Mons.
Lefebvre, Fideliter Nº 66, septiembre 1988).
La FSSPX sólo ha pedido lo que le corresponde a su propia posición,
especialmente la petición de ser dejada “tal cual es”. [Idea abandonada absolutamente por Mons. Lefebvre al retirar
su firma del protocolo del 88, pero “exhumada y resucitada” por los acuerdistas
debido a que resulta muy conveniente para engañar o calmar ilusos en
orden a lograr el traidor acuerdo puramente práctico] Ella trató de establecer en el Capítulo
General del 2012 seis condiciones -ninguna de las cuales concernían a la fe del
Papa- para asegurarse de que permanecería intacta y suficientemente autónoma
bajo un hipotético reconocimiento canónico. [Porque el capítulo general estuvo el 2012 y sigue estando
bajo el control de Mons. Fellay. “Curiosamente”, el P. Robinson “se olvida” del
capítulo del 2006]
Esto no significa que los miembros de la FSSPX, incluso de posiciones
muy altas, no han sido a veces tentados [¡!] a
sostener que el verdadero espíritu del Arzobispo y de la FSSPX exige que el
Papa profese el tradicionalismo doctrinal [es decir, la “fe católica íntegra”] antes de que pueda haber algún
reconocimiento práctico. Esta es, después de todo, la postura de este
conglomerado de sacerdotes ex miembros de la FSSPX y que llevan el nombre de
“la Resistencia” y que tiene como uno de sus miembros a un antiguo obispo de la
FSSPX. [¡Esa es
nuestra postura, a mucha honra!]
Lo que se afirma aquí es que la posición de “estricta unidad de fe antes
del reconocimiento canónico” no ha sido nunca, en ningún tiempo, la posición
oficial de la FSSPX, ni en los tiempos del Arzobispo ni después de su muerte. [Cita de la famosa
declaración del 21 de noviembre de 1974: "Nos negamos y siempre
nos hemos negado a seguir a la Roma de tendencia neomodernista y neoprotestante
que claramente se manifestó en el Concilio Vaticano II y, después del Concilio,
en todas las reformas que le han seguido." Cita de la carta de
los Superiores de la FSSPX de 6 de julio de 1988:"Nosotros jamás
quisimos pertenecer a ese sistema que se califica a sí mismo de Iglesia
Conciliar y se define por el Novus Ordo Missae, el ecumenismo indiferentista, y
la laicización de toda la sociedad. Sí, nosotros no formamos parte, nullam
partem habemus, del panteón de las religiones de Asís; nuestra propia
excomunión por un decreto de Vuestra Eminencia o de otro discasterio no sería
más que la prueba irrefutable. No pedimos nada mejor que el ser declarados ex
communione, fuera de la comunión, del espíritu adúltero que sopla en la Iglesia
desde hace veinticinco años, excluidos de la comunión impía con los
infieles."]
Colaboración Posible
En principio, entonces, debe ser posible colaborar de alguna manera con
un Papa modernista. [“Yo le dije (al Cardenal Ratzinger) incluso si usted nos
concede un obispo, incluso si usted nos da cierta autonomía respecto de los
obispos, incluso si usted nos concede toda la liturgia de 1962, si usted nos
concede seguir con los seminarios y la Fraternidad como lo hacemos ahora, no
podemos colaborar, es imposible; porque trabajamos en direcciones
diametralmente opuestas: ustedes, ustedes trabajan para la descristianización
de la sociedad, de la persona humana, de la Iglesia; y nosotros estamos
trabajando para la cristianización.” (Cita de Mons. Lefebvre en su
biografía escrita por Mons. Tissier de Mallerais, p. 548)] Vamos a
alejarnos un poco de las conversaciones FSSPX-Roma, para comprender un hecho
que es absolutamente fundamental para esta discusión: la FSSPX siempre ha
colaborado hasta cierto punto con los Papas posconciliares. [En la teología
moral se estudian los principios sobre la colaboración al mal, y
ella aclara que esa colaboración puede ser lícita o ilícita. Técnicamente, se
habla de colaboración formal y material, directa e indirecta, próxima y remota,
etc. En este texto acuerdista no se hace ninguna de estas distinciones] Tres
principios ayudarán a aclarar que este es específicamente el caso con el Papa
Francisco.
El primer principio es que la FSSPX acepta que el Papa Francisco es el
Papa [valga la tonta redundancia]. Monseñor Lefebvre, si bien demostrando una
cierta tolerancia por sedevacantistas individuales, siempre rechazó el
sedevacantismo en su fraternidad sacerdotal. Hasta el día de hoy, los
candidatos a las órdenes mayores en la FSSPX deben afirmar frente al Santísimo
Sacramento, la noche antes de su ordenación, que el Papa es Papa [dicho de un modo menos torpe: que tal hombre es el Papa].
El segundo principio es que el Papa Francisco es el Papa de la Iglesia
Católica [¡Vaya precisión! Como si hubiera Papas
en otras religiones, como si pudiera existir más de un Vicario de Cristo...]. Esto significa que él tiene el más alto cargo en
una institución establecida por Nuestro Señor Jesucristo. Como tal, él no ha
decidido y no puede decidir la finalidad de esta institución. La Iglesia es la
Iglesia independientemente de sus opiniones personales sobre ella. Este es tal
vez un raro ejemplo donde sería apropiado para él decir, “¿Quién soy yo para
juzgar?”
Esto debe tenerse en cuenta cuando consideramos ciertas direcciones en
las que el Papa Francisco aparentemente [nótese el
"aparentemente"] ha tratado de conducir a la Iglesia. Por
ejemplo, parece [de nuevo: "parece"] que él quiere que la Iglesia
sea un agente de ideología ecológica, es su moderna forma antihumana, como ha
sido expresada por personas como Jeffrey Sachs y Paul Ehrlich. No hace falta
decir que no es parte de la misión de la Iglesia fomentar “objetivos sustentables”,
especialmente cuando implican reducciones drásticas de población mundial. Esto
es verdad independientemente de si el Papa Francisco cree o quiere que esto
forme parte de la misión de la Iglesia.
Tercero y último, los miembros de la FSSPX así como sus fieles son ya
miembros de la sociedad real de la Iglesia Católica sobre la cual el Papa
Francisco es la cabeza visible. En otras palabras, ellos tienen una unidad real
con el Papa Francisco, no con el Papa Francisco en su “magisterio personal”, sino
con el Papa Francisco como Papa. [Otra perogrullada] Ellos lo reconocen como la
cabeza de gobierno de la Iglesia, ponen su retrato en sus capillas [gesto servil imperado por Mons. Fellay desde hace sólo unos
5 años], lo mencionan por su nombre
en la Misa y la Bendición. Estos actos no son ni posturas hipócritas ni
símbolos vanos; ellos indican la unidad real que existe entre la FSSPX y el
Papa. Ellos indican que la FSSPX está colaborando, por lo menos hasta cierto
punto, con el Papa Francisco por los intereses de la Santa Madre Iglesia.[Cuando los Cristeros hablaban del “Presidente Calles”,
colaboraban -al expresarse así- hasta cierto punto, muy remotamente y dentro de
los límites de lo que está permitido, con ese tirano. Pero los Cristeros no por
eso dejaban de combatir contra él. Los acuerdistas de la FSSPX quieren, por el
contrario, someterse a un Papa liberal y modernista]
Reconocimiento Canónico, no una Unión
El hecho de que en la FSSPX ya exista una unidad real con el Papa
Francisco recuerda un hecho clave que frecuentemente es olvidado por los que
rechazan la prelatura personal: por el reconocimiento canónico de la FSSPX por
el papa Francisco no se trata de que la FSSPX se una a algo. Es más bien que se
le otorgue una posición legal en un cuerpo al cual ya está realmente unida. [Sofisma. Un
ciudadano católico que ha sido encarcelado por luchar contra su gobierno
anticatólico, se encuentra vinculado o unido a ese poder de diversos modos;
pero si es liberado por el tirano que gobierna, no le es lícito dar por
terminada su resistencia, ni menos ir a ponerse “a las órdenes” del tirano. La
FSSPX es parte de la Iglesia, por lo que está unida de distintos modos o
puntos de vista a todos los buenos y malos que pertenecen a la
Iglesia. Convertida en prelatura personal, deberá obedecer en todo a un Papa
nefasto, liberal y modernista. Entonces, transgrediendo los debidos límites,
cuando la Fraternidad acepte ser convertida en prelatura personal, quedará
unida de un nuevo modo ilícito al demoledor Francisco y al
resto del clero conciliar]
Con mucha frecuencia, los rechazadores enmarcan la discusión de las
relaciones FSSPX-Roma como si se tratara de que la FSSPX estuviera obteniendo
una membrecía en la “Iglesia de Francisco”, cuando de hecho no hay nada a lo que
la FSSPX se una a lo cual no pertenezca ya. [Lo que la Resistencia afirma es esto: no es lícito someter
la FSSPX a las autoridades modernistas. Los acuerdistas responden que sí es
lícito porque eso “repara una injusticia cometida contra la Fraternidad” y
“abre puertas” al apostolado. Por lo demás: "Hay que convencer a
los fieles de que se trata de una maniobra, que es un peligro ponerse en manos
de los obispos conciliares y de la Roma modernista. Es el mayor peligro que les
amenaza. Si hemos luchado durante 20 años para evitar los errores conciliares,
no es para ponernos ahora en manos de quienes los profesan.” (Mons.
Lefebvre, Fideliter Nº 70, Julio-agosto 1989)]
La FSSPX estaría uniéndose a una organización solamente si:
La FSSPX fuere cismática y por lo tanto fuera de la Iglesia, lo que
nosotros negamos con vehemencia.
O que las autoridades constituyan una iglesia no católica en el sentido
estricto organizacional del término, algo que también negamos.
Muchos de nosotros en la FSSPX han tenido conversaciones con parientes
Novus Ordo o amigos que, juzgando por apariencias superficiales, nos han
acusado de estar “fuera de la Iglesia” porque nuestras parroquias no están
aprobadas por las diócesis. Y nosotros, sin duda, les hemos explicado que la
separación es solamente aparente pues aceptamos completamente [¡!] la
autoridad del Papa y los obispos. Pero así como la "separación" de
las autoridades de la Iglesia causada por la falta de una estructura canónica es
sólo aparente, también la "unión" a algo mediante la aceptación de
una estructura canónica es sólo aparente. Si el Papa da a la FSSPX una
prelatura personal, parecería a algunos que de este modo la FSSPX habría
entrado en comunión con la Iglesia (“plena comunión” en su terminología). En
realidad, nada habría cambiado respecto a la comunión de la FSSPX con la
Iglesia [una
perogrullada más]. Esa comunión
habría existido integralmente tanto antes como después del otorgamiento de la
estructura canónica.
Este punto es muy importante a la luz de aquellos que sostienen que el
reconocimiento canónico es un error en cualquier situación donde el Papa no
tenga la misma fe en la Iglesia Católica que tienen los tradicionalistas,
porque los tradicionalistas estarían buscando unir sus esfuerzos con alguien
que no comparte el mismo objetivo [con un enemigo
de la Iglesia, mejor dicho]. El hecho
es que los tradicionalistas necesariamente deben unir sus esfuerzos en cierto
grado con el Papa Francisco, simplemente reconociéndolo como Papa y tratando de
promover los intereses de la institución de la cual él es la cabeza visible. La
fe modernista del Papa Francisco no puede, entonces, ser un completo obstáculo
para la colaboración [1° “Fe modernista”: el P. Robinson reconoce que Francisco es
un hereje. 2° En cuanto al clero modernista, hay que tener en cuenta que sucede
con ellos como con Caifás, quien, sin dejar de ser el verdadero Sumo
Sacerdote de Dios, era también deicida. Caifás era -por su
investidura- ministro de Dios y -por su pecado- ministro del demonio. Lo
mismo sucede con la Jerarquía modernista. Ella debe ser reconocida como
Jerarquía de la Iglesia Católica, pero ella debe ser desobedecida cuando actúa
como instrumento del demonio (*)].
Si estamos de acuerdo que la unidad de fe con el Soberano Pontífice no
es, en sí misma, necesaria para la colaboración, se plantea entonces esta
pregunta: ¿el reconocimiento canónico de la FSSPX es una de esas áreas donde la
colaboración con un Papa modernista es posible? ¿O el modernismo excluye
positivamente tal posibilidad, ya que la colaboración está al nivel de una
estructura canónica?
Niveles de colaboración
Si intentáramos establecer un principio general sobre las circunstancias
donde la colaboración con un Papa legítimo de fe dudosa [antes dijo “modernista” y ahora dice “dudosa”] es buena y cuándo no lo es, sería este:
colaboración con un tal Papa es buena cuando es moralmente cierto que él está
trabajando por el bien de la Iglesia y malo cuando es moralmente cierto que no. [Falso principio,
pues los Papas liberales, ministros de Dios y del demonio, hacen una y otra
cosa, lo que posibilita que los acuerdistas siempre puedan pretender fundarse
en el bien que hacen esos Papas para colaborar más allá de lo lícito con ellos.
El principio es este otro: a una congregación que conserva la fe íntegra (y que
por eso es necesariamente antiliberal y antimodernista), no le es lícito hacer
peligrar la fe que conserva ni dejar de defenderla, sometiéndose a un Papa que
carece de esa fe íntegra]
Este parece ser el principio bajo el cual el Arzobispo estaba operando.
En su sermón antisedevacantista de ordenaciones de 1982, declaró:
“A pesar de las heridas en la Iglesia, a pesar de las dificultades, de
la persecución que sufrimos, incluso por parte que tienen la autoridad en la
Iglesia, no abandonemos la Iglesia, amemos la Santa Iglesia nuestra madre,
sirvámosla siempre, a pesar de las autoridades, si es necesario… queremos
ayudar a la Santa Iglesia Católica Romana”. Apología pro Marcel
Lefebvre, vol. III, pp. 415-416. [Pero el que resiste a una Jerarquía de traidores liberales,
no abandona por eso a la Iglesia]
Cuando dice “a pesar de las autoridades, si es necesario”,
implícitamente está diciendo “con las autoridades, si es posible” [?]. Pase lo que
pase, la FSSPX debe servir a la Iglesia, no a los hombres de Iglesia como tales. [“El más grande
servicio que podemos hacer a la Iglesia y al sucesor de Pedro es rechazar la
Iglesia reformada y liberal” (Mons.
Lefebvre, “Carta abierta a los católicos perplejos”, Cap. XVIII)] Cuando
éstos actúan en contra de la Iglesia -y lo hacen claramente- la FSSPX no debe
cooperar. En el caso de las consagraciones de 1988, la FSSPX debe ir tan lejos
como actuar en oposición a la autoridad de la Iglesia para servir a la Iglesia.
Cuando los hombres de Iglesia actúan por el bien de la Iglesia, por otro lado,
entonces por supuesto que la FSSPX debe cooperar. Hacer lo contrario sería
obrar en contra de la Iglesia. Esto es verdad si los hombres de Iglesia que
obran en bien de la Iglesia son modernistas o no lo son, si su fe se alinea
exactamente con la de los católicos tradicionales o no. [Pero una vez que la FSSPX se convierta en prelatura,
¿alguien en su sano juicio puede suponer que ella va a negarse a obedecer todo
lo que se le mande “en contra de la Iglesia” y, además, que se va a atrever a
criticar lo que la Jerarquía modernista hace “en contra de la Iglesia”? Pura
ilusión. El actual silencio cómplice de Mons. Fellay antes de cualquier
acuerdo, ¿no indica nada? Los casos de congregaciones que tuvieron esas
ilusiones y fueron “alineadas” por Roma apóstata, ¿no son un testimonio
elocuente de lo que los herejes romanos intentarán hacer con la FSSPX?]
Respecto a la prelatura personal, el magisterio personal del Papa
Francisco, en sí mismo, no es necesariamente un obstáculo para que la FSSPX use
tal prelatura para el bien de la Iglesia. El Papa no tiene que ser un firme
defensor de Pascendi por su hipotético reconocimiento de la SSPX para dar
fruto. Todo lo que tiene que hacer es adherirse a los términos de la prelatura [puras ilusiones].
Ejemplo para ilustrar
Para ver por qué no sería malo colaborar con un Papa modernista si actúa
en nombre de los verdaderos intereses de la Iglesia, considere el siguiente
ejemplo. Suponiendo que hubiera existido una organización llamada “La Sociedad
de los Salvadores” en Francia, bajo el pasado régimen socialista de François
Hollande. Sería un grupo de mujeres que tratan de salvar a las madres
embarazadas y sus hijos por nacer del aborto. La Sociedad ya está trabajando en
Francia haciendo cosas positivas por el bien común de la gente. Sin embargo,
ellas harían mucho más bien si estuvieran registrados como una corporación por
el gobierno, esto es, si tuvieran un estatus legal en el país. Ahora, asumiendo
que el gobierno de Hollande es legítimo [pero no
los es sino relativamente. No existe un gobierno socialista con “legitimidad de
ejercicio”, pudiendo tener, sí, “legitimidad de origen”], que Hollande recibió su autoridad de Dios y que
la recibió con el propósito de promover el bien común. Si el mismo Hollande
escucha la petición de la Sociedad de los Salvadores, sabe de lo que se trata,
y elige incorporar a la Sociedad de estas excelentes mujeres como un cuerpo
legal, él estará fomentando el bien común de hecho y, en este caso al menos,
las mujeres colaborarán con el gobierno por el bien del país.
¿Deben las mujeres tener escrúpulos en recibir este reconocimiento legal
de tal gobierno, diciéndose a sí mismas, "Hollande no tiene la misma idea
del bien común que nosotros tenemos, y por lo tanto no podemos trabajar con él
para el bien común?" Claramente no, porque Hollande, en este ejemplo, está
trabajando objetivamente por el bien común. Además, Hollande sostiene una
autoridad que no termina con él, sino que finalmente descansa en Dios. Y Dios
ha determinado el propósito de todas sociedades y ha conferido el poder a las
cabezas de estado para el fomento de ese propósito. Entonces, cuando la
Sociedad de los Salvadores está colaborando con Hollande por el bien común de
Francia, está colaborando en última instancia con Dios. [1° El primer deber de un católico ante un gobierno
anticatólico, es combatirlo. 2° Lo que no significa que sea imposible colaborar
al bien que a veces haga ese gobierno anticatólico (un ejemplo: construcción de
obras públicas. Otro: creación de hospitales). 3° Pero el caso de la
Fraternidad no tiene paridad con el de la organización que menciona el autor,
porque la FSSPX transformada en prelatura quedaría bajo a las órdenes de un
tirano como Francisco, y no simplemente “reconocida por Francisco como parte de
la Iglesia Católica”… con una supuesta libertad plena para combatir al mismo
demoledor Francisco. ¡Por favor! ¡Un poco de realismo!]
Por supuesto, sería importante que las mujeres se aseguren que Hollande
no las provee con un estatus legal como una trampa con la cual las destruirá
más tarde. Pero esta cuestión es de prudencia -una cuestión fuera de la
discusión de este artículo- no una de principios. En principio, no hay problema
que la Sociedad de Salvadores, en esta situación, acepte el estatus legal de un
gobierno socialista.
Este ejemplo no significa que la Iglesia es equivalente a un gobierno
civil en ningún aspecto; es más bien similar analógicamente. Una importante
diferencia entre los dos, por ejemplo, es que la Iglesia nunca puede fallar
como institución. [Acá el P. Robinson omite diversas distinciones necesarias] Nuestro
Señor le prometió estar con ella hasta el fin de los días, algo que no prometió
a ningún gobierno secular. Por lo tanto, nunca podría haber una situación en la
que un católico estuviera justificado al rechazar la autoridad gobernante de la
Iglesia, como tal. [Luego, ¿la FSSPX nunca debió dejar de estar sometida a la
Jerarquía liberal? No se rechaza la autoridad como tal, sino la sujeción
“regular” a los herejes que usurpan la Jerarquía]
Por otra parte, los católicos han tenido derecho a rechazar la autoridad
de gobierno civil en algunos casos. El Papa San Pío V, por ejemplo, aconsejó a
los católicos ingleses no reconocer la autoridad de la reina Isabel I durante
su nefasto reinado.
Tal escenario no es posible para la Iglesia, dado que Ella, en su
estructura visible y en la realización de su fin, no puede fallar. [Pero la evidente
falla de los Papas desde Juan XXIII hasta el actual, no impide el fin de la
Iglesia, sino que lo obstaculiza en parte]De este modo no puede haber
ninguna expectativa por parte de los católicos -por lo menos aquellos que creen
en la indefectibilidad de la Iglesia- de discernir cuándo y dónde descartar al
cuerpo gobernante de la Iglesia. [Según este falso
principio, habría que aceptar el Vaticano II y cualquier enseñanza o decisión
que venga de la Jerarquía]
Aplicación
Mencionamos anteriormente que el Papa no tiene el poder de cambiar el
fin de la Iglesia; su cargo es algo de su propia creación, sino que viene de
Nuestro Señor Jesucristo. El cargo fue diseñado por Él para el fomento de la
finalidad de la Iglesia, que es la salvación de las almas, la razón por la cual
Jesucristo la fundó. Como tal, el Papa, por su mismo cargo, es un instrumento
de Jesucristo y trabaja por el fin de Jesucristo, siempre que no esté abusando
de su cargo. [Y
cuando abusan gravemente de su cargo destruyendo la Iglesia, como vemos han
hecho los Papas desde Juan XXIII en adelante, se hacen instrumentos del demonio
y anticristos, como Caifás] De
hecho, los actos jurídicos del Papa tienen autoridad y fuerza siempre y cuando
sirvan a los intereses de Jesucristo.
Por lo tanto, cuando el Papa Francisco realiza actos que sirven a los
intereses de la Iglesia, la FSSPX también sirve a la Iglesia colaborando con
esos actos. Ciertamente, esto es lo que tiene lugar cuando la FSSPX
agradecidamente acepta de las manos del Papa Francisco la jurisdicción
ordinaria para la realización de las confesiones y matrimonios. [Nuevamente: "Hay
que convencer a los fieles de que se trata de una maniobra, que es un peligro
ponerse en manos de los obispos conciliares y de la Roma modernista. Es el
mayor peligro que les amenaza. Si hemos luchado durante 20 años para evitar los
errores conciliares, no es para ponernos ahora en manos de quienes los
profesan.” (Mons. Lefebvre, Fideliter Nº 70, Julio-agosto 1989)]
El mismo principio aplica a la cuestión del reconocimiento canónico: si
éste sirve a los intereses de la Iglesia, la FSSPX debe colaborar; si no, la
FSSPX no debe colaborar. Para el Arzobispo, la respuesta a esta cuestión era la
misma a la respuesta a lo siguiente: ¿La FSSPX podrá permanecer como es y
continuar su obra en libertad? ¿O será destruida por el reconocimiento
canónico? [Sólo
la deshonestidad, la ingenuidad o la estupidez, pueden llevar a alguien a
afirmar que la FSSPX podrá estar sometida a un Papa liberal y modernista y
seguir siendo antiliberal y antimodernista]
Los que ven esta pregunta como siendo solamente “¿cuál es la fe del
Papa?”, parecen confundir el Papa con la Iglesia, cayendo en cierta clase de
papolatría. Ellos parecen pensar que el bien de la Iglesia sólo puede ser
identificado con lo bueno del magisterio personal del Papa. Cuando ese
magisterio es correcto, entonces el reconocimiento canónico promueve el bien de
la Iglesia. Cuando el magisterio es falso en algunos aspectos, entonces el bien
de la Iglesia no puede ser fomentado por un reconocimiento canónico. O bien el
Papa se alinea perfectamente con su oficio o los católicos temerosos de Dios no
pueden colaborar con él. [Mientras los Papas sigan siendo liberales y modernistas, no
es lícito poner bajo su mando una congregación antiliberal y antimodernista]
Por el contrario, uno puede imaginar muchas situaciones en las cuales un
reconocimiento canónico de la FSSPX fomentaría realmente el bien de la Iglesia,
a pesar de la fe personal del Papa, y debe ser aceptado si uno quiere realmente
servir a la Iglesia. Que tal sea la situación en este momento, no está en el
poder de este artículo juzgar. Pero que tal situación puede existir debe ser
evidente para todos. Por el hecho de que puede existir, resulta falsa la
posición de que la aceptación de un reconocimiento canónico debe ser juzgada
sólo sobre la base de unidad en la fe con el Papa.
Conclusión
La colaboración sólo cuando hay una completa unidad de fe con el Papa nunca ha sido la posición de los líderes de la FSSPX, ni en tiempos del Arzobispo ni después. [Falso, según lo señalado] Como tal, siempre ha habido, hasta cierto punto, colaboración entre la FSSPX y el Papa, y alguna medida de colaboración existe en este momento. [Como se ha explicado, hay colaboraciones lícitas e ilícitas con los malos y con el mal]Hablando en general, la colaboración debe ser rechazada cuando es contraria a los intereses de la Iglesia y aceptada cuando es en pro del interés de la Iglesia. Específicamente, entonces, el reconocimiento canónico debe ser aceptado si es por el bien de la Iglesia y rechazado si no lo es, independientemente de la fe del Papa. [La aceptación de un reconocimiento canónico, con la sujeción a las autoridades liberales y modernistas que él necesariamente implica; es algo moralmente ilícito]
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(*) Respuesta a esta posible objeción: "En el momento de la Pasión
de Cristo, el verdadero Sumo Sacerdote de Dios era Pedro, no Caifás".
Respuesta: Nuestro Señor primero promete y
después confiere el primado a San Pedro. Se lo prometió
antes de la Pasión, pero se lo confiriódespués de la resurrección.
Cita del Manual de Teología Dogmática de Ludwig Ott: "A San Pedro
se le prometió el primado después que hubo confesado solemnemente, en Cesarea
de Filipo, la mesianidad de Cristo. Díjole el Señor (Mt 16, 17-19) :
«Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás, porque no es la carne ni la sangre
quien eso te ha revelado, sino mi Padre, que está en las cielos. Y yo te digo a
ti que tú eres Pedro [= Cefas], y sobre esta roca edificaré yo mi Iglesia, y
las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Yo te daré las llaves del
reino de los cielos, y cuanto atares en la tierra será atado en los cielos, y
cuanto desatares en la tierra será desatado en los cielos» (...) El primado se
lo concedió el Señor a Pedro cuando, después de la resurrección, le preguntó
tres veces si le amaba y le hizo el siguiente encargo : «Apacienta mis
corderos, apacienta mis corderos, apacienta mis ovejas» (Ioh 21, 15-17)."