“Vivamos la milicia del cristianismo con buen humor

de guerrillero, no con hosquedad de guarnición sitiada”.

Nicolás Gómez Dávila

“Estoy inaugurando en la Argentina la literatura anticlericalosa. En todos los países católicos existe y aquí es una vergüenza. Los eclesiásticos, como toda sociedad humana, tienen sus defectos, abusos y ridiculeces y si no existe un contraveneno, el córrigo-ridendo-mores, campan con todos sus respetos, como una murga cualquiera”.

Padre Leonardo Castellani


martes, 19 de agosto de 2025

MI ENCUENTRO CON MILEI EN DAVOS

 


Ayer nomás recibí un email de remitente desconocido. Intrigado por el “asunto” que decía: “Mi encuentro con Milei en Davos”, no dudé en abrirlo. No sé si hice bien o mal, pero la verdad es que lo hecho, hecho está. Venía con un texto adjunto, en tanto que el cuerpo del mensaje decía lo siguiente:

 

Estimado señor, nuestro común amigo … me ha indicado de hacerle llegar a Ud. un texto que ha quedado relegado en la sustanciosa –me perdonará si parezco jactancioso- colección de escritos que publicara años ha el ilustre Sr. Giovanni Papini, de muchos de mis relatos de viajes y entrevistas alrededor del mundo. Estimo que Ud. sabrá qué hacer con este breve relato inédito, que no dudo ha de despertar su interés.

Sinceramente de Ud. Atto y S.S. Gog.”

 

Es superfluo decir que no trepidé en abrir sin más el adjunto, y leerlo de inmediato. Ese es el texto que ofrezco ahora a Ud., pensando que, como a mí, proporcione un rato de especiosa reflexión, sino de confirmación de ciertas cosas que ya hemos considerado y compartido en alguna oportunidad.

 

Ignacio Kilmot

 

Este es el escrito del Sr. Gog:   

 

 

Mi encuentro con Milei en Davos

La épica usuraria

 

  Quisiera afirmar, porque sería más pintoresco y acaso cool para este reporte, que encontré a Milei de casualidad, en un ascensor o un pasillo del hotel de lujo que nos hospedaba a los dos en Davos, Suiza, en ocasión del World Economic Forum. La verdad es que no hubo casualidad. Hacía tiempo me había llamado la atención el nuevo presidente de Argentina. Sabía que iba a estar en Davos y aproveché mi contacto con Mr. Wolfson que viajaba como secretario del Foreign Office y, debido a que Milei tiene debilidad por los sajones, supuse que no iba a negarse. Por el contrario, luego de su clamoroso discurso, estaba con muchas ganas de hablar y aceptó la entrevista.

De inmediato pensé hacer baza lanzando una frase que permitiese abrir el juego tal como quería, y así obtener de entrada algo jugoso. Así le dije, en tren de cumplido, mientras Milei, bastante sudado, sorbía un trago de Evian: “La épica de las finanzas es un concepto absolutamente revolucionario”. Milei sonrió y dejó la botella sobre la mesa. Su hermana, que andaba por allí revisando su Smartphone, reparó en mí. 

--Sr. Gog –comenzó-, veo que es usted inteligente y sabe entender un discurso. Las ideas de la libertad son revolucionarias, pero no me haga el honor de creerme el inventor de nada. Si usted me escuchó otras veces sabrá que uno de mis maestros es el numen de la Libertad, Juan Bautista Alberdi. Fue un precursor de todo esto, por si no lo sabe, y por si no lo conoce vivió en el siglo XIX, entre la Argentina y Francia. Tengo aprendidos de memoria sus libros. A ver qué le parece esto, de las “Bases”, présteme atención: La victoria nos dará laureles, pero el laurel es planta estéril para América. Vale más la espiga de la paz, que es de oro, no en la lengua del poeta, sino en la lengua del economista. Ha pasado la época de los héroes; entramos hoy en la edad del buen sentido. La gloria es la plaga de nuestra América del Sud. La guerra de la Independencia nos ha dejado la manía ridícula y aciaga del heroísmo”. Hicieron falta hombres como aquel para luchar contra la manía del heroísmo clásico, que todo lo hacía por el honor, por la mujer o por la patria. ¿Cómo podía progresar la civilización con ese concepto absolutamente antieconómico? Alberdi tuvo que luchar contra el tirano retrógrado Rosas, que nos había llevado otra vez a la oscura edad media. Todavía por entonces resistían los caudillejos populistas y colectivistas con su manía de despreciar la banca y el comercio libres. Ahí está el mal ejemplo de la “Vuelta de Obligado”, que nos hizo avergonzar ante el mundo civilizado encadenando un río, cuando la civilización europea venía a traernos un intercambio que nos haría explotar nuestras riquezas para bien del mundo entero. Y esa retórica primitiva de proponer un heroísmo infértil y gratuito penetró hasta bien entrado el siglo XX. Hasta en los Estados Unidos llegó a imponerse, mediante el cine hollywoodense, que hizo de la épica de sus cowboys un ejemplo improductivo de barbarie. Los tiempos bárbaros tuvieron sus arquetipos, fue un mal necesario, hay que reconocerlo, pero esa época de la humanidad ya quedó en el pasado. Aunque debo admitir, y por eso tuve que hacer un discurso disruptivo aquí en Davos, que esas rémoras de una época reaccionaria, medieval, primitiva, aún persisten. Esa es una de las causas de mis ardientes soflamas contra el socialismo. El socialismo no sólo crea pobreza –es decir pobres, gente indigna- sino que también tiene una peligrosa retórica populista de combate, que apela a la épica de los héroes que el Estado obliga a venerar, que son los grandes revolucionarios. Incluso el pueblo o la masa supuestamente oprimida, termina siendo sujeto a ser considerado “héroe”, cuando no es sino una multitud de empobrecidos dependientes del Estado. Y no sólo eso, Mr. Gog, entienda también que además el socialismo, el populismo y sobre todo el comunismo son una fábrica de mártires, de gente que piensa menos en la riqueza que en el más allá, o sea en la utopía socialista. Imagínese, esa gente no colabora en absoluto para acrecentar la riqueza, por el contrario, es gente que provoca disturbios y amenaza a los capitalistas con sus críticas infundadas y hasta con la violencia. Es cierto que yo apelo a “las fuerzas del cielo” pero no soy imbécil y sé precisamente que hay una bendición para los que producen y acumulan las riquezas, porque es esta riqueza la que se derrama al resto de la sociedad. Sin riqueza el hombre es un animal como cualquier otro, por eso es necesario poner de relieve que los empresarios son héroes, que los usureros son héroes, y que el Estado es enemigo de la libertad de estos héroes, sin los cuales el resto de los hombres no podrían subsistir. Es por eso que dije dos veces en mi discurso que nunca el mundo había estado mejor que hoy: es porque hoy no hay héroes a la manera clásica. Y si dije que Occidente está en peligro es porque debe haber más héroes como los usureros, los empresarios y los banqueros. Más gente como la que se reúne en Davos. Y esto sólo podía decirlo un economista, no un político de la casta. Porque la casta política sólo vive como parásito de la riqueza que los héroes producen, pero coartan sus libertades en beneficio propio, en cambio yo no tengo empacho en decir las cosas que pienso, porque soy un turiferario de la riqueza al servicio del Capitalismo, que es moralmente superior a todo lo que existe, porque está al servicio de la Libertad. Yo fui el elegido por las fuerzas del cielo para comunicarle al mundo que la única salvación está en el Capitalismo. Si no quieren escucharme, peor para ellos.

Aproveché que Milei, esbozando una gran y satisfecha sonrisa, hizo una pausa, y entonces se me ocurrió comentarle que él también había apelado al heroísmo clásico en su campaña electoral. Hizo un gesto desdeñoso con la mano y continuó:

--Sr. Gog, la política electoral es un juego, y el juego apela a la “batalla”, eso se ve claramente en el fútbol. No queda otra que hacerlo, por eso tuve que exhibirme con una motosierra, porque el electorado está, tras cien años de malsano populismo, acostumbrado a esa retórica de pelea y bufonadas. No quedaba otra. Me sirvió y gané. Pero fíjese que yo abandoné el fútbol de mi juventud por la economía, porque me di cuenta que donde está la riqueza está el verdadero heroísmo, que la riqueza ofrece mil posibilidades de expandirse en la propia libertad, y como yo tengo un culto por la libertad, no podía sino ir tras de la riqueza. Las ideas de la libertad avanzan en la medida en que los generadores de riqueza sirvan a ella como lo que son, héroes. Yo he venido para que entiendan eso. Esa es mi misión en esta vida.

¿Entonces, Sr. Milei –mascullé- Usted también, como Perón, es un león herbívoro?

No debí haber dicho aquello. El presidente argentino mutó entonces su rostro y se puso hosco, tal vez como si yo hubiese insultado a alguno de sus cinco venerados perros. Desde el fondo de la habitación, su hermana intervino rápidamente:

--Esta entrevista ha terminado.

 

Mientras bajaba por el ascensor, iba pensando en todo lo que acababa de escuchar. Al salir del hotel, me pareció estar saliendo del túnel del tiempo. Era como haber entrevistado a un personaje del siglo XIX, en pleno siglo XXI. Realmente necesitaba el aire frío en mi cara, para despejar el hedor rancio de un ajado libro que ha perdido todo interés, y sin embargo se sigue reeditando. En el museo de los despojos, ha de resonar la voz de este hombre, pronunciando una y otra vez su enardecido grito de batalla: “¡Viva la Libertad, carajo!”.

 

Corolario:

 

El príncipe falto de prudencia será un gran opresor; pero el que odia la codicia, vivirá muchos años”.

Proverbios 28, 16.

 

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