“Para
luchar contra el liberalismo, en vano se recurrirá a la acción de los partidos
políticos por bien intencionados que sean. En ese terreno, la batalla habrá de
tener un resultado final desastroso, a pesar de las ilusiones que puedan
despertar algunas victorias o escaramuzas parciales. La razón estriba en que no
puede lucharse contra el liberalismo aceptando sus consecuencias democráticas.
Ahora bien, el régimen de los partidos es una consecuencia de la democracia
liberal. Imposible esperar resultados ligeramente mediocres con tales
procedimientos: no se logrará más que el afianzamiento del espíritu democrático
con el agravante de comprometer, en la propia derrota, el prestigio que la
verdad debe conquistar para imponerse.
Tampoco
se puede vencer al liberalismo mediante el exclusivo empleo de la fuerza. Esto
no significa que rechacemos los recursos de coacción material, pero no
pretendemos mayores frutos que los que pueden dar: la fuerza es un mero
auxiliar represivo de lo intolerable; empleada como recurso exclusivo es
inoperante y hasta contraproducente. Atrae el descontento y no lo compensa con
ventajas positivas generadores de la aprobación general. Para luchar contra el
liberalismo hay que batirlo en sus propias posiciones. No se lucha solamente
contra la carne y la sangre, sino contra «spiritualia nequitia in coelestibus»,
contra la iniquidad que se mueve en los aires.
He
aquí el gran combate del espíritu. La historia, esa maestra de la vida,
certifica el derrumbe de muchos esfuerzos bien intencionados que prescindieron
de la necesaria alianza con la inteligencia en el sentido profundo que tiene
esta palabra.
[…]
El
programa es amplio y sumamente dificultoso: su realización parece exigir la
obra lenta y coordenada de varias generaciones. Deber de la nuestra es remover
dificultades y preparar la continuación de la obra por las generaciones
futuras. Contamos, para ello, con una ciencia política probada por una larga
tradición. Pero ¿basta la acción humana para contrarrestar la formidable
presión de las masas rebeladas? «Equus paratur ad diem bellum: Dominus autem
salutem tribuit». En definitiva, la democracia será vencida por la
contemplación de los santos o por el advenimiento del Apocalipsis”.
César E. Pico