Y
una borracha famosa de Kotzebue se convirtió a mejor vida porque dice que, al
volverse el Padre a decir Dominus
vobiscum, no tenía rostro de hombre, sino de ángel, y que también ella
quería tener rostro de ángel como aquél.
El
anciano obispo de Alaska está convencido de que Dios nuestro Señor habla a esta
gente sencilla con visiones, hablas audibles, representaciones y otras señales
externas con las que les es fácil entender lo que nunca entenderían con
explicaciones abstractas.
Para
ellos todo es concreto: peces, renos, ballenas, el cuchillo, las botas, etc., y
si Jesucristo está realmente en el sagrario, esperan con toda sencillez verle y
oírle; y Jesucristo es tan bueno, tan humano y tan asequible que se deja ver y
oír y con eso se robustecen en la religión.
Una
mujer vio al demonio divertirse a la puerta de la iglesia protestante, y desde
entonces se nos vino dispuesta a creer a carga cerrada todo cuanto diga una
religión cuya iglesia no tiene demonios tomando el fresco a su puerta.
Maravilloso.
(Padre
Segundo Llorente S.J., De la
desembocadura del Yukon, 1953).
