¿A quién no le fascinan
los antiguos bestiarios y libros de los naturalistas clásicos, con sus
esbozos de especies misteriosas y exóticas? ¿Quién no ha deseado ir por el
mundo dibujando, en un ajado cuaderno de tapas de cuero, un buen número de
olifantes, cameleopardos, unicornios, hidras, pegasos y aves fénix?
Estoy muy atareado y algo viejo
para embarcarme en expediciones a los confines de la tierra, pero nada me
impide inventarme una y eso es lo que he hecho. Eso sí, como la mayoría de los
bichos exóticos ya están al alcance de la mano en cualquier zoo, decidí dedicar
mi expedición a estudiar el ser más exótico y misterioso de todos: el predicador.
Aquí tienen el resultado, un
divertido Bestiario de Predicadores en el que se describen con fe y
con humor las diferentes especies y subespecies de predicador. Por supuesto, bien ilustrado con
dibujos en blanco y negro, como conviene. Las páginas del libro van
describiendo desde el cura común hasta el verdadero santo, pasando por la
variadísima fauna de los ecosistemas sermoniles: donsextos, fraycalvetes,
baldomeros, marcis vulgaris, susurradores, dondionis, melifluos,
masculladores, ampulosos y muchos otros.
Gracias a este bestiario,
finalmente podremos solucionar grandes enigmas ancestrales: ¿por
qué algunos sermones adelgazan? ¿Existen en la realidad sacerdotes con homilías
sustanciosas y además breves? ¿Cuándo se extinguieron los donsextos? ¿Por qué
se perseguía en la Edad Media a los fraycalvetes? ¿De verdad están los
antimidas emparentados con los mejillones?
Además de para solucionar
enigmas sin solución mientras se divierten un rato, los fieles pueden utilizar
el bestiario como una guía de campo que les ayude a identificar a los
ejemplares salvajes de predicador que encuentren en las praderas parroquiales,
los escarpados montes homiléticos, las estepas diocesanas y los yermos
jesuíticos. También los clérigos disfrutarán identificando, en sus amigos y
compañeros, los diversos vicios al predicar que caracterizan a cada especie y
que ellos mismos, lógicamente, están muy lejos de cometer.
Espero que les entretenga y se
rían al leerlo. Yo me he divertido mucho al escribirlo. Creo que, si uno se va a reír, lo
mejor es reírse de errores, malas costumbres y vicios a evitar. Espero que,
así, un libro cómico y de humor como este pueda ayudar también a mejorar el
venerable y santo arte de la predicación, para mayor gloria de Dios,
crecimiento de la santa Iglesia y alivio de los sufridos fieles.
…………..
1
comentario
Bruno
Nota de las autoridades clerosanitarias: se
trata de un libro cómico-graciosillo. Los endividuos cuyo sentido del humor
haya sido clínicamente extirpado al nacer podrían no entenderlo y probablemente
disfrutarían más de la apasionante lectura del Diccionario
Enciclopédico de Términos Empresariales y de Seguros del Prof. Tedious
Boringmuch, por ejemplo.