Hacer
leña del árbol “caído” (bien valen esas comillas), o atacar a alguien que se
sabe no contestará…Jactarse orgullosamente de una supuesta “victoria”, o de la propia
“superioridad”…tal es la diabólica actitud en que patéticamente cae la Radio Cerianidad,
en este caso el contador Luis Ricardo Manzano, que parece estaba necesitado de
alimento para su autoestima y al fin encontró un motivo para levantar más su
ego (el ego parece siempre harto de sí mismo, pero en realidad necesita
continuamente de más y más alimento) con el cierre del blog SPES, que lo ha
puesto exultante hasta el extremo de burlarse de su otrora “rival” que para él “cayó
en desgracia”. El alimento del ego es la humillación o derrota ajena. El
orgulloso debe compararse de continuo con alguien que aparezca ante sus ojos
menos favorecido. En una demencial competencia que pretende instalar, el
orgulloso mira de continuo hacia el otro para en su actitud denigrativa crecer
él mismo ante su espejo. Vive de una dialéctica explosiva que lo pone a él
siempre un escalón más arriba que su adversario. Piensa de continuo en su
reputación, en cómo será visto. En esto no se permite descanso. Y en esto es
precisamente en lo que más cansa. Aunque de esto él no se dé cuenta, porque
simplemente no ve otra cosa –no puede ver otra cosa- más que a sí mismo en su maravilloso espejo.
Torpe bajeza de los super-tradis. Fariseísmo
amarillista.
Un
católico verdadero no debería sentirse del todo católico si no encontrara la tenaz
oposición y combate del diablo, en sus agentes serviles como en este caso de la
citada empresa radial.
El
Prof. Nougué no necesita de un blog para seguir haciendo bien. En cambio la Radio necesita seguir haciendo mucho
ruido, y para ello nada mejor que la licencia para hacer mal desde un sitio web,
donde no encuentra ningún límite a sus idioteces o desvaríos. Fruto podrido de
la moderna libertad de prensa. Al
respecto es interesante volver a leer este artículo (acá) sobre la mentalidad de “capillita”
que en esto se involucra.
Retrato de un alma ceriánica. "Dime qué se siente"...
Llamarse
a silencio, abstenerse de continuar discutiendo interminablemente… eso creen
ellos que significa inmediatamente su victoria. Eso creen los imbéciles que
significa que no pueden ser refutados…Eso creen los necios que expresa que ya
no se tienen argumentos en su contra…Pero…
“Pero, ¿cuándo terminaríamos de
discutir, hasta cuándo estaríamos hablando, si nos creyéramos en la obligación
de dar nueva respuesta a quienes siempre nos responden? Los que no pueden
llegar a comprender lo que se discute o están en una postura mental tan
endurecida en la contradicción, que, aunque llegaran a comprender, no harían
caso, continuarían respondiendo, como está escrito: Discursean profiriendo
insolencias (Ps. 93:4) y son unos estúpidos infatigables. Realmente, si nos
propusiéramos refutar sus contradicciones tantas veces cuantas ellos con seso testarudo
se proponen no pensar lo que dicen, sólo atentos a contradecir de algún modo
nuestros argumentos, te darás cuenta de lo interminable, penoso y sin fruto que
esto sería.
Así que ni a ti, mi
querido Marcelino, ni a los otros a cuyo provecho va dirigido este mi trabajo,
de una manera espontánea por amor a Cristo, os quisiera como jueces de mis
obras si vais a ser de los que buscan siempre una respuesta cuando oyen alguna
objeción a lo que están leyendo. Serían semejantes a aquellas mujerzuelas de que
hace mención el Apóstol: que están siempre aprendiendo, pero son incapaces de
llegar a conocer la verdad (II Tim. 3:7)”. (San Agustín, La Ciudad de Dios,
Libro II, Capítulo I, B.A.C.).
Además…
“¿Para qué perder
tiempo? Hay que hablar solamente con los hombres inteligentes, o por lo menos,
derechos. “Responde al necio conforme a su necedad”-dice la Escritura. O sea,
no le respondas nada”. (P. Castellani, Los papeles de Benjamín Benavides, Pág.
103.).
Pero el diablo seguirá
buscando enredar en sus barullos argumentativos y su dialéctica maniquea porque
necesita del ruido, la contienda, la discordia, los altercados y la disputa por
“el primer lugar”, ese lugar que siempre arrebatan con ardiente y adelantado desenfado, olvidando
siempre lo que les pasa finalmente a los que a sí mismos se ensalzan. ¿Qué sentirá entonces esta gente?