Lugares comunes
de la imbecilidad:
Sobrecitos de
azúcar “El continente”
=“A veces se nos pasa la vida mientras pensamos en
como vivirla”.
¿Acaso no ocurre generalmente lo contrario, a saber:
“A veces se nos pasa la vida mientras la vivimos sin pensar para qué vivimos”?
=”Tener hijos no lo convierte a uno en padre, del
mismo modo en que tener un piano no lo convierte a uno en un pianista”.
Como tampoco, podría haber dicho el anónimo sabio
azucarado, nos convertimos en paracaidistas por tener un paracaídas. Si tener
hijos no lo convierte a uno en padre ¿en qué lo convierte? ¿Y cómo se obtienen
esos hijos? En todo caso, el A.A. (autor anónimo o azucarado) debería aclarar
la distinción entre ser padre y ejercer la paternidad con todas sus
obligaciones adquiridas, y también reconocer que escribir aforismos de café no
lo convierte a uno en filósofo.
=”No existen cosas imposibles, sólo hombres
incapaces”.
¿En qué sentido lo dice, don A.A.? ¿En el de Cristo al
afirmar “Todo es posible para el que cree”, es decir, para el que tiene fe en
Él, o en el de que con que uno se proponga algo, será capaz de hacerlo? Al no
completar el sentido de ese “escolio”, queda peligrosamente abierto a la mala
interpretación. ¡Menos mal que tomo el café sin azúcar! (Ah, pero esta vez pedí
café con leche).
=”Si no hubiera invierno, ¿quién le daría importancia
a la primavera?”.
Es buena, pero tan obvia...
=”El modo de dar en el clavo es dar cien veces en la
herradura”.
Bueno, creo que antes de llegar al número cien o el
dueño de la herrería te habrá echado o el caballo cabrero te habrá pateado. “El
modo de dar en el clavo es no darse en el dedo”.
=”Nadie prueba la profundidad del río con los dos
pies”.
¡Tampoco con uno, me parece! “Nadie prueba el café con
las dos orejas”.
=”Hay dos clases de personas. Las personas que hacen
cosas y las personas que hablan de las personas que hacen cosas”.
Y las personas que hablan de las personas que hacen
cosas se ganan la vida más fácilmente que las que hacen cosas. Escribir
aforismos en el azúcar ¿será hacer una cosa?
=”La vida es la constante sorpresa de saber que
existo”.
¿Y a mí qué? El verdadero aforismo es éste: “La vida
es la constante sorpresa de saber que no sé nada, que nada soy y nada puedo por
mí mismo, y que a pesar de eso Dios me ama”.
=Uno es dueño de lo que habla y esclavo de lo que
dice”.
¿Uno es dueño de lo que habla o de lo que piensa? ¿Es
uno dueño o esclavo? En este caso, anónimo glucosiento: “Uno es esclavo de lo
que escribe”.
=”La vida no tiene sentido, hay que dárselo”.
El señor o señora -parece más bien señora gorda
empachada de masitas- encontró el sentido de la vida: escribir aforismos en los
sobrecitos de azúcar. ¡Bravo!
=”Los grandes incendios nacen de las chispas pequeñas”.
Pregúntenles a los que presenciaron el feroz bombardeo
de Dresde, cómo se inició el incendio de la ciudad.
=”La confianza en sí mismo es el primer secreto del
éxito”.
Corregir: “La confianza en sí mismo es el primer paso
al infierno”. O a Hanwell, como decía Chesterton (al manicomio).
=”Amor consiste en encontrar en la felicidad del otro
la propia felicidad”.
Correcto. Pero le faltó la segunda parte: “Aunque por
ello uno deba sufrir en silencio”. Ahora bien, señor/a azuquita ¿Cómo define la
felicidad?
=”A todos nos gustaría haber sabido todo antes”.
Sin objeciones. Pero, sin embargo, ¿qué es lo que
sabes ahora?