LA MODESTIA ARGENTINA
“Para peor, él sabía lo fácil que es vivir en este país a sus expensas –y nada más.
‘¡Qué gran tierra es para vivir la
Argentina para los que no aman a la argentinidad!’”
P. Castellani, La modestia argentina,
en Decíamos ayer.
SERIEDAD
Es
curioso hasta qué punto puede la gente abstraerse de la realidad, mirar sin ver
y oír sin escuchar. Viven los hombres de este siglo los cambios más veloces y
trascendentales; los arrastra el trágico torbellino de inconmensurables
revoluciones que arrasan y transforman continentes y naciones, culturas y sociedades;
y ante la dramática grandiosidad de los hechos —tan inmediatamente presentes
que hasta los tienen dentro, en su misma conciencia— sólo atinan a refugiarse
en el lugar común y en la rutina.
Este
no aprehender la realidad de las cosas serias parece ser muy especialmente
característico de los argentinos. Aquí sabemos, desde luego, de una guerra en
la cual —hace más de veinte años— murieron varios millones de personas; sabemos
de otras guerras que de entonces a ahora se suceden sin solución de continuidad;
de revoluciones, torturas, miserias y hecatombes de distinto tipo; todo eso lo
leemos en los diarios, lo vemos en el cine y por supuesto, ni se nos ocurre
ponerlo ostensiblemente en duda. Pero en el fondo de nosotros mismos no podemos
creer en todo eso, somos incapaces de sentirlo como real, se nos aparece como
algo ficticio, como una novela, como algo poco serio en definitiva. Al igual
que el gallego del cuento, puestos frente a un hipopótamo sólo atinamos a pensar:
“ese animal no existe”; aunque digamos lo contrario.
Este
desvalorar todo lo trágico, lo importante, lo trascendental, lo profundo, lo serio
—todo lo cual es considerado como una mirada que oscila entre el pudor ofendido
y el desprecio condescendiente—, para valorar en cambio lo mínimo y fútil,
constituye la más típica respuesta del necio y del ignorante a los problemas
que se sabe incapaz de resolver.
Francisco
Seeber
Revista
Jauja n.8, Agosto 1967.