“Colaborador radial”, por Requena.
No resulta raro, antes al contrario, resulta lógico que
quienes emprenden el camino del error, diferentes caminos del error, finalmente
encuentren una vía que los una en su desvarío. Todos los caminos errados
conducen a una coincidencia, en aquello que niegan, con diferentes modos y
ropajes. Así es como hoy en las filas de los “Tradis” nos encontramos con dos
tipos de personajes que llevan “vidas paralelas”: los falsos “lefebvristas” de
la Neo-FSSPX, y los falsos “lefebvristas” del sedevacantismo.
Los primeros tergiversan a Mons. Lefebvre para hacer del
gran Arzobispo un acuerdista, que hoy aceptaría ser “reconocido” por la Roma
conciliar de Francisco.
Los segundos reducen a Mons. Lefebvre porque el Arzobispo no
fue un sedevacantista, o lo tergiversan para convertirlo en un sedevacantista.
Unos y otros falsifican, recortan y se valen sólo de la
figura de Mons. Lefebvre para dar prestigio a sus obras de destrucción, o
rendición o rebeldía. Pero al fin y al cabo lo dejan de lado en sus enseñanzas
fecundas y vigentes, para darle la espalda a su recto entendimiento de la
Iglesia, unos queriendo pactar con los enemigos enquistados en su estructura oficial,
los otros haciendo de su secta la portavoz de la Iglesia, subsistente en su
secta supertradi.
Los primeros son más serios y numerosos, y hay abundancia de
artículos sobre sus engaños, sus falacias, sus cobardes omisiones, en
diferentes blogs de la Resistencia (en español: Non Possumus y Syllabus).
Los segundos son pocos pero estridentes, y generalmente sus
improperios disfrazados de artículos periodísticos, dan vergüena ajena.
Veamos un comentario de uno de esos personajes que hacen de
Mons. Lefebvre alguien que fue valioso para su tiempo, pero que ya hoy
aparecería como desfasado, anacrónico, inactual. Démodé. ¿Y esto por qué? Porque Mons. Lefebvre no declaró la Sede
vacante. Ah, pero esto último no se animan a decirlo así, con toda la claridad
y la fuerza de las afirmaciones claras:
Como
muchos otros, Don Tomás de Aquino se cuelga de la sotana del Arzobispo Mons.
Marcel Lefebvre, repitiendo palabra por palabra muchos de los conceptos que
aquel obispo, fallecido en 1991, pronunciara hace ya muchos años atrás.
Dichas
reflexiones u opiniones del Arzobispo Lefebvre fueron, sin dudas, oportunas y
claras, además de muy precisas, pero algunas de ellas no son hoy aplicables. O
mejor dicho, sería imprudente insistir con ellas ahora.
Respecto
de los dichos y la conducta de Mons. Lefebvre en referencia a la iglesia
conciliar y sus autoridades, es necesario poner las cosas en el correspondiente
contexto histórico. Es necesario realizar los DISTINGOS que las diferentes
circunstancias obligan a tener en cuenta. Cosa esta última que la fláccida
resistencia es reticente a hacer, por supuesto.
Es imprudente
insistir con Mons. Lefebvre ahora, claro está. Para los neofraternitarios
porque deberían rechazar toda posibilidad de ser “normalizados” por la Roma
apóstata y hereje. Para los sedevacantistas, porque Mons. Lefebvre no sostiene
sus desvaríos farisaicos y su mentalidad sectaria. En aquel contexto histórico,
dicen estos truhanes, Mons. Lefebvre tuvo razón. Pero hoy sus enseñanzas, los
principios que motivaron su conducta, no corren más. “Hoy -parecen decir estos
charlatanes- Mons. Lefebvre estaría con nosotros y pensaría distinto”. Así es
que si Mons. Tomás de Aquino se equivoca –de acuerdo al citado vocero radial,
el “Sr. O.”, no desmentido por los sacerdotes que comparten la misma “inhóspita
trinchera”- es por seguir enseñando lo que enseñaba Mons. Lefebvre.
Convencidos de esto,
se dedican pues a combatir a los seguidores fieles de Mons. Lefebvre,
manifestando su odio y desazón por el gran éxito de la misión emprendida por el
Obispo benedictino en tierras colombianas, dejando a dos recalcitrantes curas
otrora seguidores de Mons. Lefebvre, derrotados e impotentes. Triste historia,
cuando se abandona a los obispos católicos fieles, para emprender un camino de
orgullosa rebeldía e independencia. Es el fariseísmo de nuevo cuño que pone un
nuevo mandamiento para entrar al cielo: el sedevacantismo.
Las cosas que dicen y
hacen estas personas contra los obispos, sacerdotes y fieles de la Resistencia,
o simplemente católicos y continuadores de Mons. Lefebvre, nos hacen pensar en
las palabras de la Sabiduría, que debe guiar nuestro camino:
“En
la prosperidad del hombre, sus enemigos andan tristes; y en la adversidad se
conoce quién es amigo” (Eclesiástico, XII, 9)