“Vivamos la milicia del cristianismo con buen humor

de guerrillero, no con hosquedad de guarnición sitiada”.

Nicolás Gómez Dávila

“Estoy inaugurando en la Argentina la literatura anticlericalosa. En todos los países católicos existe y aquí es una vergüenza. Los eclesiásticos, como toda sociedad humana, tienen sus defectos, abusos y ridiculeces y si no existe un contraveneno, el córrigo-ridendo-mores, campan con todos sus respetos, como una murga cualquiera”.

Padre Leonardo Castellani


martes, 2 de septiembre de 2025

LA NEO FSSPX EN LA PASARELA ROMANA

 


                                                ¡VAMOS PARA ROMA,

OH,OH,OH,OH,OH!

  


Todos la bajo la tienda:

Tradis y Sodos

https://www.gionata.org/pellegrinaggio/

 

Pasarela: DRAE

4.f. Pasillo estrecho y algo elevado, destinado al desfile de artistas, modelos, etc., para que puedan ser contemplados por el público.

 

“Roma está en tinieblas, en las tinieblas del error. Nos es imposible negarlo. No es un combate humano. Estamos en la lucha con Satanás. Debemos ser conscientes de este combate dramático, apocalíptico en el cual vivimos y no minimizarlo. En la medida en que lo minimizamos, nuestro ardor para el combate disminuye. Nos volvemos más débiles y no nos atrevemos a declarar más la Verdad. La apostasía anunciada por la Escritura llega. La llegada del Anticristo se acerca. Es de una evidente claridad. Ante esta situación totalmente excepcional, debemos tomar medidas excepcionales.

Monseñor Lefebvre, Homilía del 29 de junio de 1987

 

“Yo digo: Roma ha perdido la fe, mis queridos amigos. Roma está en la apostasía. Estas no son simples palabras, no son palabras vacías las que digo. Es la verdad. Roma está en apostasía. Ya no podemos tener confianza en ese mundo, salió de la Iglesia, salieron de la Iglesia, salen de la Iglesia. Es seguro, seguro, seguro.”

Monseñor Lefebvre, Conferencia en el Retiro Sacerdotal, el 4 de septiembre de 1987

 

“Puesto que la Sede de Pedro y los puestos de autoridad de Roma están ocu­pados por anticristos, la destrucción del Reinado de Nuestro Señor prosigue rápidamente dentro mismo de su Cuerpo Místico en esta tierra, especialmente por la corrupción de la Santa Misa, manifestación espléndida del triunfo de Nuestro Señor en la cruz: “Regnavit a ligno Deus”, y fuente de expansión de su Reino en las almas y en las sociedades”

Monseñor Lefebvre, Carta a los futuros obispos, 1987.

 

“No tenemos nada que hacer con estas gentes, pues no tenemos nada en común con ellos. El combate que libramos es el de Nuestro Señor, continuado por la Iglesia. No lo podemos dudar: o estamos con la Iglesia o estamos contra Ella; no estamos con esta Iglesia conciliar que cada vez tiene menos en común con la Iglesia Católica”.

Monseñor Lefebvre, Conferencia del año 1990.

 

“Tenemos amigos en Roma”.

Monseñor Fellay, Cor Unum, marzo 2012.

 

 

Por EL RUSTICO

 

Y tendremos que hablar en serio, nomás, puesto que (casi) nadie más lo hace.

De entrada, diremos lo siguiente: como católicos tenemos derecho a decir que Roma es nuestra y que Roma nos pertenece y de ella somos, en tanto Roma es la sede de la Iglesia Católica, el descanso de los mártires, el testimonio de la victoria cristiana sobre el mundo. Allí está la sede de Pedro y, a pesar de todo, sigue siendo la Ciudad Santa. Pero, dicho esto, no podemos cerrar los ojos a lo que acontece en Roma hoy. No podemos cerrar los ojos, los oídos y la boca para simular que en Roma las cosas suceden de manera normal o que el mal que de allí emana es menospreciable. Monseñor Lefebvre hablaba claramente de las dos Romas, la Roma eterna y la Roma modernista. Y de la Iglesia católica y la Iglesia conciliar (hoy “sinodal”). Él vio lo que pasaba, y nunca se calló.

Por lo tanto, la cuestión no es ir o no ir a Roma, puesto que se trata de un Jubileo que está por encima de las autoridades del momento. Nadie nos puede prohibir ir a Roma. La cuestión es esta: para qué ir a Roma, con qué actitud, con qué propósito.

¿La FSSPX fue a Roma para demostrar públicamente que es católica? Pues los que deben demostrar que son católicos son los modernistas y progresistas que ocupan los puestos de poder en Roma. Y, sin embargo, a pesar de la impecable indumentaria del nuevo Sumo Pontífice, hace lo contrario (véase sus últimos amistosos encuentros con los apóstatas y agentes del lobby sodomita LGBT P. James Martin y Sor Lucia Caram). León XIV continúa, menos escandalosamente, pero sin desvíos, la agenda destructora o transformadora de la Iglesia que llevaba adelante Francisco.

¿La FSSPX fue a Roma para que las autoridades de la Iglesia bien dispuestas le concedan de una vez los obispos que están necesitando desesperadamente? En ese caso estarían actuando contra la actitud de Mons. Lefebvre, que habiéndose dado perfectamente cuenta quiénes eran los que estaban en la cima del poder en Roma (no titubeó en llamarlos “anticristos”) realizó, ante el estado de urgente necesidad, la operación supervivencia, consagrando los obispos sin la influencia de los modernistas romanos, que no querían la supervivencia de la FSSPX, sino, al contrario, destruirla. Sabemos que hay dos posturas enfrentadas actualmente en la Neo-FSSPX sobre ese tema: su Sup. General (y muchos sacerdotes) quieren consagrar obispos, pero no se animan a ir contra el parecer de Fellay, Galarreta, Schmidberger y compañía, que no quieren. Tienen un grave problema y no lo quieren admitir. La Roma conciliar y sinodal no le dará a la FSSPX obispos según los quería Mons. Lefebvre, es decir, contrarrevolucionarios, porque eso sería suicidarse. Y no es eso lo que ellos quieren.

La FSSPX fue a Roma y de tal peregrinación ella sólo destaca la cantidad multitudinaria de asistentes, mediante múltiples fotografías en sus sitios web. Dos cosas se evidencian claramente: su confianza en la fuerza del número, y su silencio cobarde. Algunos hasta afirman, viendo esas imágenes multitudinarias, que Roma tiene miedo a la FSSPX (¡¡¡!!!), y por eso habría borrado su nombre de los sitios web donde se anunciaba la peregrinación. Error: no se trata de miedo, sino de desprecio. Un desprecio que nunca será borrado de los modernistas, porque Mons. Lefebvre fue el único que osó desafiar el poder de los anticristos romanos para mantenerse fiel a la Iglesia de siempre. Porque ellos, los modernistas, entienden mejor que los propios neofraternitarios, que están en guerra contra la Tradición.

Entonces, hay una realidad, y todo depende de si se la acepta y entiende, o no: Roma hoy está ocupada por los enemigos de la Iglesia católica. Trabajan para destruir la Iglesia desde dentro. Es lo que se llama la “Iglesia conciliar o sinodal”. Todo católico tiene, por tanto, el deber de combatir contra los enemigos de Cristo y su Iglesia. Con mucha más razón el clero.

Y he aquí entonces la actitud que se debe tener si se va de forma oficial a Roma: la actitud decidida del combate, de la denuncia sin contemplaciones, contra los enemigos que ocupan la Iglesia. Es la actitud del pueblo de Dios, narrada en el Libro de Josué, capítulo 6. Allí leemos que, siguiendo las órdenes de Dios transmitidas por Josué, los israelitas rodearon la ciudad de Jericó una vez al día durante seis días, llevando el arca de la alianza y tocando las trompetas de cuerno de carnero. El séptimo día, rodearon la ciudad siete veces, y al sonar las trompetas y gritar el pueblo, los muros de Jericó se derrumbaron, permitiendo a los israelitas conquistar la ciudad. Se nos informa, además, según Mons. Straubinger, que Jericó tenía un tamaño casi equivalente al de la Basílica de San Pedro. Y que las trompetas de cuerno de carnero, se mencionan en la Vulgata como “Trompetas del jubileo”, es decir, las trompetas que se usaban para anunciar el año del jubileo. Ninguna ocasión más propicia, pues, para la FSSPX, que este jubileo para proclamar bien alto que los que ocupan Roma son enemigos de la fe católica, y por eso promueven la agenda globalista, la libertad religiosa, la agenda LGBTQ, la agenda ambientalista, a la vez que persigue la misa tradicional y a los tradicionalistas. Y que ellos son los peores enemigos de Cristo, porque son lobos disfrazados de corderos. Sin dudas que sus trompetas no habrían derrumbado los muros de San Pedro, porque la situación difiere, pero sí debería haber horadado los oídos de los corruptos funcionarios vaticanos, esos mismos que aprueban y autorizan la peregrinación de pervertidos homosexuales en sus calles y en sus audiencias con el papa.

En cambio, apenas hubo alusiones veladas a la crisis, en una calculada mesura diplomática.

Y este es el sello de la dualidad liberal y dañina de los romanos: permitir la peregrinación-desfile de la FSSPX a la vez que permite la peregrinación-desfile de una agrupación LGBTQ. Y la aceptación silenciosa de tal hecho, por parte de la Neo-FSSPX, demuestra que ha aceptado ser partícipe de una iglesia pluralista que acepta bajo su tienda –aunque a la FSSPX todavía marginalizada- la corrupción moral y la tradición. ¿No será porque esta FSSPX no es en verdad ya tan peligrosa y no estorba en lo más mínimo los planes de la iglesia conciliar? De ser así, la combatirían como hicieron con Mons. Lefebvre con todo rigor, llegando hasta la “excomunión”.  

Cuando el emperador alemán san Enrique fue a Roma en el año 1014, se sorprendió de que no hubiera Credo en la misa. Los clérigos romanos le respondieron: “Es que acá, no hay herejía”. Hoy se pronuncian a veces verdades de fe en Roma, pero hay mucha herejía, blasfemias, irreverencias. Precisamente porque ese es el lenguaje engañoso de los liberales, como ya lo denunció san Pío X. Por ejemplo, Francisco dijo que “Cristo es el verdadero Rey”, en una alocución impecablemente católica dada a la Guardia suiza, el 4 de mayo de 2015. Pero luego va y dice que Dios quiere una diversidad de religiones, promueve una fraternidad universal masónica –sin Cristo rey-, judaiza y sostiene la “bendición” a las parejas sodomitas. Por lo tanto, hay que ver todos los hechos y todas las palabras para conocer todo el panorama, y no sólo el que me gusta a mí. Lo mismo respecto de la FSSPX. La Neo FSSPX –salvo contadas excepciones- en hechos y palabras ha bajado la guardia. Luego del fallecimiento de Francisco, uno de los papas más calamitosos en la larga historia de la Iglesia, un demoledor de la fe católica, la FSSPX sacaba este breve comunicado, dedicado a los sacerdotes seculares, donde daba cuenta de su temor de llamar a las cosas por su nombre: “El pasado 21 de abril, el Papa Francisco entregó su alma a Dios. Así concluía un pontificado de doce años que, sin duda, ha dejado su huella en la Iglesia, aunque nos parece que las directrices dadas no siempre fueron oportunas y, a veces, incluso perjudiciales.” (Lettre trimestrielle de liaison de la Fraternité Saint-Pie X avec le clergé de France, N 106 junio 2025).

Esa actitud de la neo FSSPX está bien caracterizada en un reciente artículo:

“Después de 2009, las cosas empezaron a cambiar.

Roma abrió la puerta a discusiones doctrinales con la FSSPX. Benedicto XVI levantó las excomuniones de los cuatro obispos. A primera vista, esto parecía un progreso. Pero el coste de estas conversaciones quedó claro poco después. Una vez que comenzaron a circular rumores de un posible acuerdo en 2011–2012, surgieron divisiones internas. El obispo Williamson fue expulsado. Los sacerdotes conocidos por sus posiciones de línea dura comenzaron a desaparecer de la vista del público.

Se produjo una purga.

Aquellos que habían pasado años denunciando audazmente la crisis en la Iglesia, especialmente en sermones y publicaciones, fueron reemplazados por voces más tranquilas, hombres más cautelosos, hombres dispuestos a “dialogar.” Los sermones cambiaron. Los sacerdotes de la Sociedad ya no llamaban al Papa por su nombre por hacer declaraciones heréticas. Ya no explicaban cómo se contradecían las acciones ecuménicas con Mortalium Animos o Quanta Cura. Ahora los sermones se convirtieron en “meditaciones espirituales”, tal vez personalmente edificantes, pero cuidadosamente apolíticos y evasivos de las crisis.

El mensaje de la Sociedad comenzó a cambiar. El tono se volvió pulido, corporativo, desinfectado. La pasión se había ido.

La FSSPX que una vez se enfureció contra el Vaticano modernista ahora emitía comunicados de prensa “dando la bienvenida” con gestos de la Santa Sede; incluso cuando esos gestos provenían de Francisco, cuyo historial de abusos doctrinales y litúrgicos excedía con creces el de sus predecesores.

[…]

…una FSSPX que ahora busca gestionar su perfil público, en lugar de proclamar la verdad sin concesiones. Revela una sociedad cada vez más cautelosa sobre cómo la perciben Roma y el público

[…]

Cuando los encargados de predicar y pastorear eligen la diplomacia en lugar de la doctrina, cuando se andan con rodeos por miedo a perder favores, entonces ya no están cumpliendo su misión apostólica. Están gestionando una marca.

[…]

Esto es lo que sucede cuando la profecía es reemplazada por la diplomacia.”

(https://bigmodernism.substack.com/p/the-societys-silence-what-happened)

 

Llama la atención que sacerdotes inteligentes como Pagliarani o Rubio no perciban en sus alocuciones la contradicción de mencionar una y otra vez a los mártires que hay en Roma, mientras ellos, que le deben lo que son al “martirio” de Mons. Lefebvre (perseguido y “excomulgado” por Roma y por la “justicia” francesa, y al cual intentaron asesinar dos o tres veces), cuando llegó el momento de la verdad (año 2009 a 2012 sobre todo) prefirieron callar y cuando la congregación expulsó injustamente a uno de sus obispos, prefirieron unirse al temeroso coro denigratorio del caído en desgracia, porque veían la sombra de la condena asomar sobre ellos desde Roma. Si hasta el ya fallecido Mons. Tissier de Mallerais les dijo a los sacerdotes en una comunicación interna reservada que Mons. Fellay había escrito a propósito una “Declaración doctrinal” diplomática (en abril 2012) para evitar ser nuevamente excomulgados (SIC).

Así pues, palabras bonitas pueden decirse en cualquier sermón, pero los hechos y las palabras de verdad, dichas de frente al enemigo, sólo unos pocos han sido capaces de dar. Dios nos ayude a ser de esos, dignos discípulos de Monseñor Lefebvre, y no discípulos “de cartelito”, perfectamente aburguesados.

  

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