Entre los disparates
del “Cura que no se equivoca”, de los que nos hemos ocupado abundantemente en
nuestro blog, ahora presenta otro, con su acostumbrada ponzoña. Como el “Cura
que no se equivoca” no se anima a blanquear su sedevacantismo –aunque la Radio Cerianidad
de a poco lo va haciendo, ahora hasta incluso tiene “blogs amigos” (¡!), bueno
son nada más que dos, pero uno de los cuales se define sedevacantista…y el otro
es obra de Ceriani-, se dedica a atacar a Mons. Williamson por sostener la
misma posición que sostuvo Mons. Lefebvre ante Roma, después de mayo de 1988. O
sea, ni sedevacantista ni acuerdista; ninguna intención de ser parte de la
estructura oficial de Roma, pero tampoco de formar parte de los delirantes
grupos de orgullosos sedevacantistas que se terminan configurando en una suerte
de “protestantes tradicionalistas” a la deriva.
Con su acostumbrado
método el “rico cura” retuerce las cosas y termina con esto (acá):
“Ya el Padre Rioult nos ha advertido, respecto del digno Arzobispo
(Lefebvre), que tuvo que hacer frente casi solo a una situación
inaudita, hasta el punto de ser más de una vez desconcertado por ella y de
decir o hacer cosas contradictorias.
No sólo debemos imitarlo
en su magnánima gesta, sino también debemos evitar incurrir en sus
comprensibles errores o contradicciones, así como hemos de llevar hasta sus
últimas consecuencias sus aciertos”.
Vemos el
doble estándar utilizado por el P. Ceriani: Mons. Lefebvre podía decir o hacer
cosas contradictorias e incurrir en errores, pero Mons. Williamson no puede hacerlo.
Esto más allá de si el P. Ceriani acierta o no en sus análisis, que no lo hace.
Y si descubre errores en Mons. Williamson –por ej. en una traducción que
alguien realizó- eso es señal de traición. Vemos bien cómo acusa a Mons.
Williamson volviendo siempre al pasado para agarrarse de una cita, y ni pensamos
lo que diría si Mons. Williamson hubiese firmado un acuerdo con Roma, para
después deshacerlo. No tendría perdón y seguiría siendo siempre el blanco de
sus sopechas. Pero en cambio a Mons. Lefebvre –eso dice- hay que comprenderlo.
Claro que hoy se dedica a atacar sin reparos a sus discípulos más consecuentes.
Por su parte, el Emile Cioran de la Radio demuestra que
en verdad la “impotencia” de que acusa a otros se le ha contagiado, pues con cinismo
y acritud profesionales admite en voz alta que lo único que queda por hacer es
huir…Claro que en ese huir no incluye el callar: ah, para eso no se debe huir
puesto que el ego es el ego y hay que mantener el personaje en escena. Así termina
con un disfrazado lamento su “Breviario de podredumbre”:
“Dicen (sobre todo los
neocones, pero también los sectores conservadores y muchos grupos tradis) que
Bergoglio le está haciendo mucho mal, mucho daño, a la Iglesia y que se está
cargando lo poco que quedaba.
Yo no creo.
Como venimos diciendo
desde hace mucho tiempo, donde está Bergoglio no quedaba nada de aquello que
conocimos como Iglesia Católica desde mucho antes de que llegara Bergoglio,
sólo que casi nadie se dio cuenta.
Pero, entonces… ¿Qué
hacer?
Frente a esa pregunta,
reiterar que tenemos delante de nosotros sólo dos alternativas.
Huir, o… ¡ GO !, a cazar
pokemones”.
Caramba.
Este sujeto no huye ni caza “pokemones”, sino que lanza escombros sobre los
católicos que resisten al modernismo y la apostasía actuales. Hombre “de
palabra”, sin dudas…