Abstención
Patriótica y resistencia Civil
Por
Santiago Roque Alonso
(Patria
Argentina N° 213, Agosto 2005)
Una vez más el pueblo
argentino es obligado a optar por una nueva, aunque reiterada farsa electoral.
Desde 1995, año
en que iniciamos la campaña sistemática de negarnos a votar o impugnar el voto
-o eventualmente a votar en blanco- la situación nacional fue agravándose
progresivamente.
Quienes
nos han seguido a lo largo de estos años tienen conciencia del “inventario de
males”, materiales y espírituales, que el Sistema o Régimen de dominación ha
ido produciendo en la sociedad nacional y que pacientemente hemos ido
registrando y actualizando en cada farsa electoral, las que nos resignamos a no
repetirlas en esta oportunidad, por apreciar que todos las sufrimos.
Sin
embargo, no podemos dejar de señalar que lo relativamente nuevo, en la farsa
electoral en curso y que culminará el 24 de octubre próximo (2005), es la
desembozada e indisimulable lucha por el poder que se desarrolla dentro del
peronismo -siempre que no haya un arreglo o no se trata de una falsa división
para capturar más cargos electivos- vaciada completamente de ideas. Como nunca
en su “historia democrática", el país estará obligado a servir -legalizando
y legitimando con la supuesta elección- los fines privados de dos bandas que
luchan por el poder, pero por el poder mismo, el poder a secas.
La
Abstención Patriótica, una forma de Resistencia Civil
Los
Centros Cívicos Patrióticos, a través de nuestra propuesta de “Abstención Patriótica”, hemos sido los
precursores de este modo de Resistencia
Civil contra la “entrega- de la Nación y contra los que nos
“roban el país"': la “partidocracia”
o el “contubernio político” o la “asociación ilícita” constituida por
liberales, peronistas, radicales, cavallistas, procesistas, izquierdistas,
progresistas, marxistas, provinciales, e idiotas útiles de variado pelaje,
etcétera.
En
las últimas décadas hemos sido los primeros y casi los únicos que concebimos
la Abstención Patriótica como un método de repudio, de protesta y de
Resistencia Civil contra la partidocracia, los políticos y la oligarquía
política -oficialistas y opositores- verdaderos socios en la entrega del país y
en haber llevado a la Nación a una situación espiritualmente indigna y
materialmente insoportable.
Pregúntese
con nosotros ¿Quiénes son los autores de tamaña tragedia-desastre de la Nación
Argentina? La respuesta no ofrece dudas: los que ejercieron y ejercen el
poder. Frente a esta realidad, en donde nada ha cambiado y tampoco nadie se ha
ido, usted cree:
• ¿Que se puede seguir
votando, dándole continuidad legal y legitimidad al mismo y único sistema o
modelo político que fue la causa y favoreció nuestra ruina como Nación?
•
¿Que los mismos que fueron y son responsables directos o indirectos de nuestra
catástrofe nacional, pueden ser los mismos que nos saquen de esta situación?
Obviamente,
con un mínimo de sentido común, tanto sus respuestas como las nuestras deben
ser NO.
Por
lo tanto, si este razonamiento es verdadero, no hay otro camino lógico y
coherente que la ABSTENCIÓN PATRIÓTICA, porque el REGIMEN o SISTEMA de DOMINACION
es incorregible, ya que sus personeros e instrumentos carecen del más mínimo
sentido crítico sobre sus actos y porque tampoco se irán si no se los hecha. Para
que esto último ocurra, es imprescindible quitarle absolutamente toda la legitimidad y con ello se le estará
quitando el poder.
La
incoherencia e inutilidad de votar por el “mal menor” o el llamado “voto útil”
Es
probable que muchos objeten la ABSTENCIÓN, particularmente los católicos
liberales, los que se atan al precepto de que el católico jamás debe abstenerse
de votar, hasta el extremo de votar por el mal menor.
Es
inútil repetir las razones por las cuales todo católico hábil está moralmente
obligado a actuar en política. Nada de ello se cuestiona y todo sigue en pie.
Lo mismo vale la obligación de intervenir, aunque sea en apoyo del mal menor,
si con eso se evita un mal mayor, en
condiciones normales.
Lo
que ocurre en la actual situación argentina, es que no se ajusta de manera alguna, a lo que pueden considerarse
condiciones normales y en las cuales habría que elegir entre diversas
candidaturas mejores y peores.
Mal
menor sería votar a un tonto bueno, para evitar a un genio del mal. No se trata
de elegir, entre dos venenos, el más dulce. El SISTEMA o REGIMEN está
ideado para que, entre diversos candidatos -mejores y peores en lo personal-,
siempre el que saliere electo deba ejecutar el plan peor, el mal mayor, la
voluntad del Poder del Dinero y de la plutocracia internacional.
La
doctrina del mal menor no tiene aplicación aquí, como no la tiene en la
eutanasia. ¿Quién dice que debemos apuñalar la Patria para evitar que los
malos la guillotinen? En estas condiciones, votar es hacer un daño; es
consentir con el sistema, hacerse cómplice; ya sea que gane Juan o Pedro, es
hacerse socio de un daño al bien común de la Nación.
Votar,
en estas circunstancias, guiado por el precepto del “mal menor” o del “voto
útil” no es otra cosa que una “cooperación
activa al mal”. Es como ayudar en un
aborto, colaborando para descuartizar la Patria. Emitir el voto, es
convalidar a un candidato elegido realmente por el poder financiero
internacional, como ha sucedido siempre, por lo menos desde Sarmiento para
acá. ¿Dónde fue elegido Sarmiento? En los Estados Unidos. ¿Quién lo eligió?
La masonería que es un apéndice y trabaja para los banqueros.
En
síntesis, negarse a votar, no votar, abstenerse (en el peor de los casos
impugnar el voto o votar en blanco), es rehusarse a participar en el engaño y
en la mentira, una payasada en la que se finge y alienta la posibilidad de un
cambio para que nada cambie.
La
ABSTENCIÓN es un acto patriótico y profundamente nacional. El REGIMEN o
SISTEMA de dominación debe morir para que la Patria Viva y hay que ayudarlo a
que lo haga cuanto antes, porque de lo contrario terminará arrastrando a la
muerte, no sólo al Estado sino, también, a la sociedad Argentina y a cada uno
de nosotros. Es el camino para construir un PODER que hoy no tenemos -como lo
hizo en su momento histórico y con otra finalidad Hipólito Irigoyen o con el
voto en blanco la Resistencia Peronista. La gran diferencia es que ahora lo
debemos hacer -no por razones partidarias o por liderazgos personales- sino
detrás de un objetivo tremendamente superior: RECONQUISTAR NUESTRA
INDEPENDENCIA; esa misma que regalamos graciosamente como un bien de difunto, subyugados
por los cantos de sirenas de la “democracia” y de la ilusa pertenencia al
primer mundo y a una globalización que nos ha transformado en esclavos.
Nada
con el REGIMEN ni dentro del SISTEMA.