“Vivamos la milicia del cristianismo con buen humor

de guerrillero, no con hosquedad de guarnición sitiada”.

Nicolás Gómez Dávila

“Estoy inaugurando en la Argentina la literatura anticlericalosa. En todos los países católicos existe y aquí es una vergüenza. Los eclesiásticos, como toda sociedad humana, tienen sus defectos, abusos y ridiculeces y si no existe un contraveneno, el córrigo-ridendo-mores, campan con todos sus respetos, como una murga cualquiera”.

Padre Leonardo Castellani


miércoles, 24 de mayo de 2017

2 X 1



Mons. Felé tiene quien lo defienda…además de Francisco.


Un artículo para ocuparnos de dos blogs neo-fraternitarios que desde  internet continúan confundiendo o manteniendo en la desinformación a sus lectores respecto de la realidad de la congregación fundada por Mons. Lefebvre, hoy hundiéndose por culpa de Mons. Felé y los liberales que lo rodean.


Anemia panorámica

Primero, vamos a Panorama Católico Internacional, sitio que desde hace mucho tiempo se mantiene con respirador artificial. Notablemente decaído, demacrado, pálido, debilitado, en sus comienzos fue un sitio de referencia ineludible de la Tradición católica, hasta que, abandonando la defensa de la verdad completa y plegándose a los silencios tan convenientes para los acuerdistas seguidores de Mons. Fellay, hoy sobrevive lastimosamente. Así sus artículos salen anémicos, y hasta con un tinte de ilusión típicamente felecista. Veamos y comentemos (en colorado):

Francisco, el papa del Centenario de Fátima, nos guste o no


Ningún lector regular de Panorama Católico puede dudar de mi posición ante Francisco, el papa Bergoglio. Y esto no lo digo porque mi opinión tenga alguna importancia, sino solo para orientar a quien tenga ganas de leer lo que sigue.
Lo que sigue es esto: Francisco es el papa del Centenario de Fátima. Su condición de Sumo Pontífice no se puede discutir seriamente mientras no se pruebe alguna invalidez en la elección. O sea, sedevacantistas abstenerse, porque sus argumentos navegan en un mar de teorías a las que se opone otro mar de argumentos en contra, al menos tan grande o mayor. La Iglesia no ha establecido aún doctrina firme sobre este tema.
Si Francisco es el papa, entonces todos su actos públicos, buenos o malos, tienen un carácter oficial. Para bien o para mal. Va a canonizar a los pastorcitos de Fátima, cuya santidad es evidente y maravillosa. ¿Me encanta que los canonice Francisco? Todo lo contrario, me apena. ¿Ahora sí me parece indudable el procedimiento de canonización reformado por Juan Pablo II? No, tengo las mismas dudas sobre su valor. Lo cual es relevante cuando los candidatos tienen objeciones, y triste cuando son santos a la vista de todos, como el P. Pío de Pietrelcina. Porque merecen ir a los altares en un proceso que no pueda ser sospechado de lenidad probatoria de sus virtudes. O de ocultamiento o descuidada revisión de sus obras y opiniones.
Con lo cual, por más que no me guste, tendré que resignarme a ver a los santos niños Jacinta y Francisco, primeros no mártires en ser canonizados por sus virtudes heroicas habiendo muerto a tan corta edad, elevados a los altares en estas condiciones. [¿Entonces reconoce las canonizaciones conciliares, sí o no? Si las reconoce, debe también reconocer la canonización de Juan Pablo II, Escrivá de Balaguer más un largo etc. de modernistas. Ver este estudio excelente de Mons. Williamson al respecto: acá] Dios lo remediará. Respecto a las otras disposiciones de Francisco, siendo el papa, si no van contra la fe y las costumbres, no me meto en cuestiones jurídicas, deben ser consideradas válidas. Y si alguien se ve sometido contra derecho, que patalee. Desde aquí lo apoyaremos.


A propósito de esto, hace poco tiempo, por una disposición de la Comisión Ecclesia Dei Afflicta, a la FSSPX le fue concedida la jurisdicción regular para ser testigos calificados del consentimiento matrimonial, o sea, para administrar el sacramento del matrimonio. La FSSPX ha venido realizando matrimonios durante décadas. Algunos dudaban de su validez en razón de la falta de jurisdicción, que en este caso es de carácter episcopal. Como siempre, la congregación fundada por Mons. Lefebvre recurrió al “estado de necesidad” previsto en el Derecho Canónico cuando había impedimentos para realizar estos actos, dado que se le negaban las licencias habituales. Lo mismo ocurría antes de que esta jurisdicción fuese reconocida por Francisco para recibir confesiones.
Ahora bien, otorgadas las licencias, en el caso de los matrimonios por vía de procedimientos que aún no se han establecido en detalle en su parte práctica, el fiel que tenía algún escrúpulo no podrá ya invocarlo [Se invierte la sospecha o acusación: quien está en situación anormal o irregular es Roma modernista, y no la Fraternidad, puesto que las leyes están en función de la fe, y no la fe en función de las leyes. Es ahora que hay que tener escrúpulos, porque el consentimiento matrimonial será dado ante un sacerdote de fe modernista, un sacerdote que debido a esa fe modernista no será quien celebre la misa de esponsales. Como dicen los sacerdotes que escribieron la carta a Mons. Felé: “Para aquellos que sostienen que tal práctica sería ahora inválida debido a que las autoridades eclesiásticas ofrecen una posible delegación por parte del Ordinario, contestamos que el estado de necesidad que justifica nuestro actuar es más dogmático que canónico y que la imposibilidad de recurrir a las autoridades existentes no es física sino moral. Nosotros no queremos abandonar simplemente a las almas que, arrinconadas por las circunstancias, se confían a nuestro ministerio. Ellas no huyeron de una autoridad prevaricadora para que ella les sea impuesta en una de las ceremonias más importantes de su vida. Por otra parte, los que nos hacen esta objeción demuestran que conocen muy poco el derecho de la Iglesia, el cual razona de manera inversa. Éste, en efecto, permite a los fieles a ponerse voluntariamente en el caso de necesidad para contraer válida y lícitamente un matrimonio según la forma extraordinaria, incluso cuando tengan la posibilidad de actuar de otra manera”. Un buen análisis también da Albert Laurent, diciendo: “Detrás de una aparente benevolencia, el texto romano del 27 de marzo de 2017 presenta de hecho una forma concreta de ralliement en un dominio preciso, el del matrimonio. Hasta ahora, ante la imposibilidad de recurrir a los párrocos oficiales a causa del modernismo, los fieles de la Tradición se casaban bajo la forma extraordinaria, lo que está perfectamente previsto en el Derecho canónico de la Iglesia. El texto romano pone al obispo diocesano en el corazón del mecanismo. Éste podrá dar delegación total a los sacerdotes de la Fraternidad para recibir los consentimientos de los esposos, “allí donde ello no sea posible o no haya sacerdotes de la Diócesis que puedan recibir el consentimiento de las partes”. Pero el tipo de imposibilidad no se precisa y, sobre todo, se trata de una simple facultad dada al obispo. Él podría no ejercer esta facultad e imponer a los esposos el sacerdote diocesano de su elección. Se ven perfectamente las situaciones difíciles que podrán presentarse. ¿Qué pasará si el obispo no da su delegación? ¿El matrimonio será considerado válido si los fieles de la Fraternidad hacen caso omiso? De manera más general, aceptar someter nuestros matrimonios a la jurisdicción ordinaria, es aceptar someterse a los tribunales eclesiásticos que juzgan estas cuestiones. Pero estos tribunales tienen una concepción errónea del matrimonio, salida del Vaticano II, que asegura la primacía del fin segundo (bienestar personal de los esposos) sobre la primera (procreación y educación de los hijos). De hecho, estos tribunales declaran nulos los matrimonios ciertamente válidos, lo cual se agrava por el reciente procedimiento simplificado del papa Francisco. Otra laguna del texto: el texto romano no resuelve la validez de los matrimonios tradicionalistas celebrados antes de estas nuevas disposiciones. Es una gran injusticia que hubiera podido ser reparada, pero que persiste. En conclusión, el texto de la comisión Ecclesia Dei, bien que habiendo recibido en sus grandes líneas el aval de la Casa general de la FSSPX (“para que estas disposiciones romanas en favor de los matrimonios en la Tradición puedan ser recibidas sin duda ni ambigüedad por todos los sacerdotes…”) presenta una lógica propia que es la del ralliement a las autoridades conciliares y en esto no puede ser aceptado. Pues detrás de esta cuestión jurídica del matrimonio se encuentra una pregunta de fondo: ¿podemos ponernos deliberadamente bajo una autoridad modernista sin poner en peligro nuestra alma? ]. Y los parientes o amigos que tantas veces se negaban a asistir a tales bodas, tampoco podrán dar ninguna razón de conciencia atendible, más allá de sus antipatías contra los tradicionalistas, que no son argumentos canónicos, como es obvio [Es decir que en vez de ir a los principios, se va al argumento sentimental, para que todos los parientes puedan acudir a las bodas…Como dijo Ernest Hello: “Los siglos se suceden los unos a los otros y no se parecen nunca. Cada siglo está caracterizado por una amenaza especial, por una amenaza que es la suya. La amenaza de este momento, y creo que en ella están contenidas todas las demás, es la indiferencia en relación a los principios].
Por otro lado, los tradicionalistas, sacerdotes o laicos, no podrán, sin incurrir en una contradicción meridiana, rechazar las licencias que se les conceden. Es de justicia y es lo que desde Mons. Lefebvre hasta la actualidad ha sido el reclamo de la FSSPX en materia canónica (hay otros reclamos más importantes de materia doctrinal): que no se impida bajo penas injustas, sin fundamentos, el ejercicio de la cura de almas [Si hay esa buena voluntad en Roma por la “cura de almas” (¡!), ¿por qué no dejan directamente que los sacerdotes de la FSSPX sean quienes reciban el consentimiento de los contrayentes? ¿Y por qué no es el mismo papa quien abraza la Tradición y combate la herejía modernista que lleva a condenarse a tantas almas?]. Tal cosa sería como si ahora, la Argentina o España rechazaran la devolución de las Malvinas o del Peñón porque “algo se traerán los ingleses” [Siga esperando, González, que los ingleses le devuelvan las Malvinas…]. En realidad es peor, porque en un caso quienes detentan el poder lo hacen ilícitamente, como es el de estas usurpaciones, pero en el de Franciso, supuestas las condiciones arriba mencionadas, es la autoridad legítima. Y si se trae algo, no lo sabemos ni lo podemos remediar. [Ingenuidad increíble respecto de Francisco, que es y actúa como un revolucionario, y no da puntada sin hilo, en pro de su liderazgo mundial cumpliendo los planes masónicos hacia la instauración del Nuevo Orden Mundial] ¿Porqué Francisco se contradice de este modo, persiguiendo a ciertos grupos conservadores y filotradicionalistas y beneficiando a quienes todavía muchos (EWTN por ejemplo) llaman a rechazar, en una especie de cruzada contra los cismáticos, es decir, a la FSSPX? El propio Santo Tomás de Aquino diría ante esto: “¿Y yo qué se?” Aunque en su sabiduría podría explicar que Dios obra como quiere y a veces los motivos y las intenciones humanas son instrumentos de sus designios aunque los hombres las hayan pergeñado y realizado con otros propósitos. [¡Ah, esconderse detrás de Santo Tomás para semejante respuesta! Las respuestas las da claramente Mons. Lefebvre, al que ahora todos están traicionando o dejando en el más completo olvido: “[…] Apostar por un acuerdo con el papa es una ilusión. El papa nos concederá en el plano disciplinario y litúrgico todo lo que nosotros queramos, pero con la condición de admitir sus ideas modernistas sobre la libertad religiosa y el ecumenismo, es decir de nuestra fe católica. Ninguna esperanza hay que ver de ese lado. ¡Roma está ocupada por el modernismo y el liberalismo! ¿Cuándo Nuestro Señor decidirá hacer cesar este escándalo? ¡Él es el maestro! Nosotros esperemos pacientemente y tengamos confianza en el Señor y en su santa Madre que conocen mejor que nosotros esta trágica situación […]” (Ecône, 29 de diciembre de 1986, carta a los dominicos de Avrillé.)  “Muchos de los que nos han abandonado para unirse a Roma (conciliar) no comprendieron justamente lo que es el liberalismo y cómo las autoridades romanas, desde el concilio Vaticano II, están infestadas de estos errores. Si lo hubieran comprendido, hubieran huido, la hubieran evitado, se hubieran quedado con nosotros. Pero ellos no quieren creer en estos errores ¡Es grave! Porque al acercarse a estas autoridades, uno se contamina forzosamente. Estas autoridades están imbuidas (…) de los principios del liberalismo: necesariamente, ellas actúan de conformidad con su manera de pensar. Por consiguiente, cuando ellas comienzan a tener relaciones con nosotros, ellas imponen estas ideas, puesto que son las autoridades. Son las autoridades, nosotros somos los inferiores, entonces ellas nos impondrán sus ideas. Mientras ellas no se deshagan de estos errores, del liberalismo y del modernismo, no habrá medio de entenderse con ellas.” (Mons. Lefebvre en una conferencia a sus seminaristas en septiembre de 1988) “Cualesquiera sean los privilegios canónicos que ellos puedan dar, su aceptación significa para ellos comunión con la Santa Sede, con el papa y con el Concilio, por lo tanto una aceptación implícita de todo ese modernismo que nosotros combatimos siguiendo a San Pío X y a todos los papas anteriores al Concilio. Ellos quieren neutralizar la Tradición, que ella no sea más un obstáculo para sus empresas ecumenistas y para la Revolución en la Iglesia […] No tengáis punto de contacto con aquel que está encargado de destruir la Tradición. Ellos no saben qué hacer para dividirnos y están sorprendidos de tanta resistencia. Ellos parecen no comprender que se trata desde el principio de un problema de fe”. (Mons. Lefebvre, 10 de enero de 1989, carta a los dominicos de Avrillé). "Han renunciado a su posibilidad de oponerse a Roma. Ellos deben permanecer silenciosos debido a los favores que se les han otorgado. Entonces, ellos comienzan a deslizarse siempre tan lentamente hasta que terminan admitiendo los errores del Vaticano II. Es una situación muy peligrosa. Tales concesiones de Roma tienen como único objetivo conseguir que los Tradicionalistas (...) se sometan a Roma” (Mons. Lefebvre, Fideliter N°79, enero 1991, poco antes de su muerte en marzo de 1991)
Como ya se ha dicho en otro lugar, si Francisco consagrara Rusia al Corazón Inmaculado de María el sábado 13 de mayo de 2017 u otro día posterior, ¿esta consagración sería inválida o ineficaz? [Comentario totalmente fuera de lugar y que no responde al tema tratado. La realidad es que Francisco no sólo no ha consagrado Rusia, son que ha tergiversado totalmente su mensaje. ¿Hay que tener un prejuicio positivo respecto de este hombre, o más bien esperar lo peor de él?]  La Virgen pidió que la hiciera el papa, Francisco es el papa hoy, y mientras lo sea será quien la Virgen señaló para hacerla. Si Donald Trump, Mariano Rajoy o Macron consagraran sus respectivas naciones al Corazón Inmaculado de María [sigue soñando, González, que es más fácil que ver la realidad] ¿sería un acto perverso y despreciable o por el contrario un gesto de culto público de las autoridades civiles? Más allá de los motivos. Esta distinción es fundamental para no caer en el absurdo.
Señores, cuando el Enemigo siembra la cizaña por sobre el trigo en los campos de Dueño de la Mies, sus celosos servidores quieren ir a arrancarla. Pero son impedidos por el mandato terminante de quien está por encima de la prudencia humana. “No sea que arranquéis el trigo creyendo ser cizaña”. Dios sabe quién es quién [Es decir que no podemos saber quién es Francisco por cada uno de sus actos públicos de destrucción de la fe que realiza a diario. Hay que abstenerse de juzgar, ¿no estaremos equivocados?]. Cuando los males son tan grandes, solo queda esperar y orar, dice San Agustín. Y hacer lo que se pueda para ayudar a las almas a salvarse [Como lo hizo Mons. Lefebvre. Pero poner a los fieles en manos de los modernistas, como está haciendo Mons. Fellay, ¿eso es ayudarlas a salvarse o a condenarse?]. Ya llegará el tiempo de la cosecha, la separación y la quema de la mala hierba. Y no sea que nos apilen con los que van al fuego por dureza de corazón [¿Entonces Mons. Lefebvre tuvo dureza de corazón?], que casi siempre es la base de la dureza de entendimiento. [Mons. Lefebvre entendió lo que son los modernistas, los liberales, los revolucionarios, por eso dijo que no había que confiar en ellos: Los modernistas romanos son bandidos, revolucionarios bajo pieles de ovejas. Ellos no tienen ningún espíritu sobrenatural” 20 febrero 1989. Los de González son argumentos sentimentales, que apelan al “corazón” imaginando un Francisco que, dejando de lado todos los estropicios y su obra de apostasía gigantesca, de repente hace el bien sin que él mismo sepa por qué. Dejemos que los resabiados de liberalismo sigan soñando, ya que no quieren despertar. Y recordemos que conocer al enemigo es la única forma de saberlo combatir.]


Filosofía barata y zapatos de cuero (de cocodrilo)

En unos comentarios al pie de un artículo de un blog neo-fraternitario que dice tener un foso con cocodrilos, y en el que a veces se dicen cosas muy atendibles, vemos que luego de este comentario de un lector que no sabemos bien a qué cosa hace referencia:

“Y pensar que por discrepar se les nego el acceso al Sacerdocio, asi como la asistencia espiritual. "Cosillas" del tobogan "acuerdista".
Lamentable”.

…encontramos estas máximas de sabiduría al estilo “Narosky”, del responsable del blog:

“No hay que discrepar, eso es moderno, hay que obedecer o asesinar, esa opción nos da una buena medida de las cosas”.

Y este que lo completa:

“Cuando en el Estudio me llega un hijo que quiere confrontar a su padre, siempre le propongo el asesinato. Si no es pensable el asesinato, tampoco es tiempo de confrontar”.

Si un padre se vuelve loco, o borracho, o influenciado por sus malas pasiones, maltrata a la madre, despilfarra el patrimonio familiar, enseña malas cosas a sus hijos, prostituye a la hija, o comete las faltas que se nos ocurran, no hay que confrontar con el padre, sino matarlo, se nos dice. Pero, hagamos la aplicación a la situación de la Iglesia y la Tradición en este momento: ¿qué hizo Mons. Lefebvre ante el Papa modernista? Lo confrontó con la verdad, con el respeto debido, pero también con la firmeza debida. Hecho esto, no lo “mató”, es decir, no se hizo sedevacantista. Reconoció que su padre seguía siendo su padre. Pero que debía no sólo discrepar, sino confrontarlo y en la medida de lo posible, resistir e impedir que hiciera el daño que estaba haciendo. Del mismo modo, si el Superior general de la FSSPX traiciona, si se vuelve liberal, uno tiene el deber de confrontarlo. Lo otro son máximas que pueden aplicársele –y que de hecho aplicaron- los modernistas con sus respectivos papas: “como no lo queremos matar, entonces lo obedecemos y seguimos en todo, porque es nuestro padre”.

Si la “confrontación” o “discrepancia” es por un tema menor, por supuesto que es distinto. Un hijo debe ponerse en su lugar, y no en el del padre. Pero estamos hablando de cosas muy graves y haciendo la aplicación pertinente a la crisis de la Iglesia, que es de lo que se habla en el artículo.

Podríamos darle la derecha al autor de la máxima si hubiese dicho “si un hijo quisiese confrontar con las ideas de su padre”, porque entonces lo que se nos propondría sería asesinar las ideas que sustenta el padre. Pero la expresión se refiere al padre, por lo tanto a quien habría que asesinar es al padre. Y nuestra intención no es la de “criticar” porque sí, sino que insistimos debido a que lo que está pasando en la Fraternidad es muy grave, y nadie puede hacerse el distraído o dejarse distraer sin abordar lo que sucede. Aún desde el lado del humor hay que llamar la atención para que los adormilados neo-fraternitarios abran los ojos y reflexionen un poco.

Verdaderamente, la Neo-Fraternidad y los que a ella se aferran están a la deriva.

Para estos dos casos podemos recomendar la lectura de este cuentito del Conde Lucanor: acá



Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...