Encuentro de la oveja perdida y el buen
pastor
Por Ezequiel Martínez Calzada *
Francisco:
Se me ha perdido una
oveja,
negro es su color,
se me ha perdido una
oveja:
Yo soy el Buen Pastor.
La busco por las
periferias,
la busco con profundo
amor,
se me ha perdido una
oveja:
Yo soy el buen pastor.
Mons. Felé:
Yo soy la oveja que se
perdió
errante muy lejos de
Roma,
y arrepentido comprendo
ahora
qué mala es mi
situación.
Santo Padre, aquí estoy,
cárgueme sobre sus
hombros,
la condición sine-cuá-non
es que me quiera como
soy.
Francisco:
Oíme, amada oveja,
ya no te preocupés más,
te tengo entre ceja y
ceja:
Dejáte misericordear.
Tengo una casa para vos
muy cerca de mi
hospedaje:
Ya reservé tu pasaje
Menzingen-Roma por
avión.
Mons. Felé:
Por los migrantes, gays
y divorciados,
sé que usted tiene preocupación,
y quiere verlos
reconciliados,
con la Iglesia que es
Amor.
Yo no soporto la
marginación,
y estoy dispuesto a ser
normalizado,
espero que usted al fin
me dé la mano
y estampe el dichoso tampón.
Francisco:
Vos no te preocupés más
y confiá en mi
misericordia,
a los que siembran
discordia
a esos tenés que
repudiar.
Sabés a quién me
refiero,
a Williamson, Tomás y
Faure,
ellos no son como vos:
Abierto, civilizado y
conciliador.
Mons. Felé:
Santo Padre, soy
católico
como usted, y además no
antisemita:
Ante la mirada del
público
todo esto mucho me
amerita.
Ya no sé qué más hacer
para no ser rechazado,
sólo quiero en sus pastos
pacer,
no aguanto más ser
señalado,
Francisco:
Vos escuchá mi consejo
y dejáte de preocupar:
El diablo sabe por viejo
y por modernista mucho
más.
Aceptá la receta del
abuelito,
quiero decir, del Papa
emérito,
él conoce un buen
truquito
que siempre ha tenido
éxito.
Mons. Felé:
Oh, Santo Padre,
decidlo,
que gustoso lo aplicaré.
Para ser bien recibido
decidme ya qué debo
hacer.
Francisco:
Vos tenés que hablar del
Concilio
diciendo que hay que
saberlo interpretar,
que es necesario ir en
su auxilio
con la “hermenéutica de
la continuidad”.
Mons. Felé:
Brillante idea, Su
Santidad,
diremos que hay que
discutir su identidad,
y que hay cosas que se
pueden salvar
a la luz de la
antigüedad.
Francisco:
Y también que es un
concilio universal
que por lo tanto no se
puede negar,
y que su magisterio es
muy actual
aplicable según el caso
particular.
Mons. Felé:
La libertad religiosa es
muy muy limitada,
y puede limitarse aún
más,
si nosotros somos
aceptados en Roma
y usted nos permite
predicar.
Francisco:
Pero claro que podrán
predicar,
ustedes que mis
tradicionalistas serán:
En las periferias que yo
soy bueno dirán,
y que a las almas quiero
rescatar.
Mons. Felé:
Su Santidad, ¿cuándo
usted me dará
la satisfacción del Te
Deum cantar?
¿Cuánto más tiempo he de
esperar
para que nos deje la
Iglesia restaurar?
Francisco:
La receta de la vía ecuménica
es dialogar, dialogar y
dialogar.
Si no dialogas te
vuelves anémica
y de mis pastos no
puedes manducar.
Mons. Felé:
Su Santidad, no siga
demorando,
sellemos el acuerdo ya.
¿Quiere que le firme un
memorando,
un contrato, un tratado
de amistad?
Francisco:
La ansiedad no es buena
para nada
mejor te calmas o lo vas
a arruinar.
A ver si se chifla la “rabinada”
y después a mí me lo
hacen pagar.
Mons. Felé:
Su Santidad, seguiré las
instrucciones
que Monseñor Pozzo
gentilmente me dará,
concederé entrevistas
indicando las razones
por las que ahora sí se
puede acordar.
Francisco:
Sos una oveja muy macanuda,
que sólo busca vivir en
la unidad:
Te daré una linda
prelatura
para vos y tu
Fraternidad.
Mons. Felé:
Santo Padre, usted es
muy humano,
sé que nos tiene simpatía:
Déjeme besar su mano
y rendirle toda
pleitesía.
CODA
Francisco:
He encontrado la oveja
perdida,
ella me mira sin ningún
temblor,
está dispuesta a confiarme
su vida:
Yo soy su Buen Pastor.
*Literato.
Premio Guchacourt 2015.