El
POTENTE Cerianito “que no se equivoca” insiste en demostrar su desvarío, esta
vez a través del árbol del fruto de
perdición que ahora dirige la tribuna
de doctrina farisaica conocida como Radio Cerianidad.
Toda
la argumentación de sus artículos –ya traten acerca de la persecución y
expulsión de la Sinagoga, ya del arte y la belleza o de lo que fuere- tiene
como único fin llegar a la siguiente conclusión: sólo hay unos pocos buenos,
íntegros y resistentes católicos en todo el vasto mundo, ELLOS, quienes, teniendo
su manzana rodeada, sólo se dedican a
sus rezos y novenas (oh, el Fariseo también rezaba mucho, aunque de pie y en voz alta, como éstos), justificando su permanencia en el escondite
(mejor decir: la guarida; bien vale
recordar al lector el escolio de don Colacho en el “frontispicio” de nuestro
blog) porque ya nada se puede hacer. La mencionada conclusión –no derivada de
las buenas premisas, sino establecida a
priori (incluso en sentido kantiano) para luego elaborar un falaz argumento
que los lleve a “demostrar” tal conclusión- indica también que la Resistencia
católica liderada por los dos obispos Mons. Williamson y Mons. Faure es una
resistencia fláccida, impotente, falsa, acuerdista, entregada al enemigo.
¿Algún hecho que demuestre esta rendición, esta claudicación, esta entrega de
la Resistencia? No. Tan sólo alguna declaración de Mons. Williamson sacada de
contexto, algún hecho del pasado refutado luego por la actitud antiliberal y
antiacuerdista de Mons. Williamson que le valió la expulsión de la Neo-FSSPX.
Para estos energúmenos parece que la consagración de Mons. Faure y la consiguiente
excomunión por parte de los conciliares no hubieran tenido lugar. Por supuesto,
no les conviene ahondar en ese tema.
Es
así como el nuevo gerente de la Radio afirma
con total soltura –bueno, la que le permite o le imprime su Superior Ceriani-:
“Pero
la resistencia mal entendida ocasionó otra disgregación que afectó a los que
actualmente se desempeñan en la Resistencia Fláccida, claramente sometida a los dictados de la Roma apóstata.”
Remarcamos
el final de la frase para que se vea la irresponsabilidad de esta gente que no
hace otra cosa sino la obra del diablo, pues como aquel gusta de acusar
falsamente.
Note
también el lector que esta gente que gusta victimizarse y escribe acerca de la
persecución, se han transformado ellos mismos en perseguidores, en vengadores,
en acusadores falsos. Como los fariseos, ellos son perseguidores, en nombre
de su pureza. Ellos expulsan a los otros irremisiblemente de la “Tradición”, imitando a la Sinagoga sin darse cuenta.