Bienaventurados
los pobres de espíritu como nosotros,
porque
nuestra será la Iglesia verdadera y no de otros.
Bienaventurados
los irascibles,
porque ellos
harán más ruido en Internet.
Bienaventurados
los que gritan,
porque ellos
serán escuchados.
Bienaventurados
los que tienen hambre y sed de ser justicieros,
porque
encontrarán a quien ajusticiar.
Bienaventurados
los implacables,
porque todos
conocerán su santo celo.
Bienaventurados
los que tienen duro el corazón,
porque ellos
se verán a sí mismos como a Dios.
Bienaventurados
los camorreros,
porque ellos
serán llamados católicos auténticos.
Bienaventurados
los que persiguen a otros por la justicia,
porque de
ellos es el reino de los suelos.