Cittá del Vaticano / Preston
Gómez y Gamez, Diario del Pueblo.
Se
ha producido al fin el anunciado encuentro –tercero- entre la Virreina Cretina
y Don Peronio en el Vaticano. En un clima de cordialidad y simpatía, sin
oropeles carnavalescos ni aristocráticos, Cretina y Peronio se dieron la mano y
besaron sus mejillas antes y después del almuerzo pactado. Más que un saludo de
mandatarios pareció un saludo entre “compañero” y “compañera”, si se nos
permite la expresión.
La
compañera Cretina, más conocida como “La Viuda Negra”, ofrendó varios regalitos
a Jorge Mario Lampeduzza (Peronio). Entre ellos una insigne parla-pintura de la
“Neo-Virgen desatanudos”, que Peronio recibió complacido. Éste, fiel a su
estilo, le dijo en un momento a Cretina, rememorando al Gran Líder, que no
sacara los pies del plato, quizá en relación a la cuestión del default y la
conformidad con que debe “honrar sus deudas”, es decir las deudas ilegítimas de
la Argentina. A lo que Cretina habría asentido mientras dejaba sus manos en el
plato de verduras al vapor que le habían servido.
Luego
Peronio recordó, como lo hiciera su maestro, que el trabajo es la suprema
dignidad del hombre. En la comunidad argentina no existe más que una sola clase
de hombres: la de los que trabajan. Todos estuvieron de acuerdo, por supuesto.
Respecto
del Movimiento Vital Católico, recibió un nuevo impulso cuando el prócer-mártir
Mugica entró en la conversación. A todos les es muy cara y muy útil la figura
del prócer-mártir guevillero. No hay dudas de que se reedita lo mejor de la
historia pretérita, inclusive cuando Peronio recibió de las manos alborozadas
de un joven Radicha destacadísimos tomos de Raúl Alfoncínico y del “Nunca menos
de treinta mil” (más conocido como “Nunca más”).
El
dirigente Cuervo de La Cámpora, por otra parte, rememoró con Peronio aquellos
años de plomo, donde Lampeduzza gozó del fervor camporístico idealizado por los
cristianos del pueblo liberado, que ahora recoge sus frutos.
Luego
del frugal y sonoro almuerzo, la comitiva Cretinística salió dicharachera con
rumbo al hotel 100 estrellas que los esperaba por una noche más, y al día siguiente
partirían para New York City. Pero esa es otra crónica, amigas y amigos.