“-¿Chistes? –respondió al final de la soflama-. Yo no
hago chistes, hago “humor”.- ¿Mal humor?- se volvería mal humor si yo no lo
sacara afuera. La indignación o irritación al ser elaborada intelectualmente se
hace inofensiva y se vuelve humor…
-No entiendo: ¿Buen humor?
-No, simplemente “humor”, que según Aristóteles es
propio del hombre magnánimo.- Si usted es magnánimo, ocúltelo-dijo ella
sombríamente-. Y luego, con “scatto”: -¿Qué es eso?-señalando el escritorio.
-Un solo revólver cargado prueba la existencia del
pecado original –sonrió él-. Y esto también es humor”.
Castellani, Juan XXIII (XXIV)