«El problema del cuento de hadas
es éste: ¿qué hará un hombre sano en un mundo fantástico? El problema de la
novela moderna es: ¿qué hará un hombre loco en un mundo tardo e insípido? En
los cuentos de hadas el cosmos enloquece pero el héroe no enloquece. En las
novelas modernas el héroe está loco antes de que el libro empiece, y sufre por
la firmeza inconmovible y la cruel cordura del cosmos». Se podría decir que «la
moderna literatura tiene a la locura como centro. Por consiguiente, pierde
hasta el interés de la demencia. Un lunático no es interesante para sí mismo,
porque es enteramente serio; eso es lo que le hace ser lunático. Un hombre que
piensa ser un huevo pasado por agua es ante sí mismo una cosa tan sencilla y
corriente como un huevo pasado por agua. (...) Sólo la cordura puede ver en la
locura incluso una violenta poesía. Por tanto, esos sabios viejos cuentos hacen
al héroe corriente y moliente, y extraordinaria a la propia narración. Pero esa
otra literatura hace extraordinario al héroe y ordinaria [en los dos sentidos]
la narración». («La abuela del dragón», Enormes minucias)
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