De acá
Los recientes decretos
emanados por Francisco para acelerar los procesos de nulidad matrimonial -y que
amplían las causales de la misma hasta el absurdo-, aparte de hallarse
sustentados (como tantas otras disposiciones de Bergoglio) en el llamado
«argumento ad báculum», resultan curiosamente sincrónicos y
consonantes con otras varias nulidades de bulto, de esas que empecen y
contristan al ancho medio sublunar. Coincidencia no fortuita, pues, el fantasma
de la nulidad de la elección del argentino pontífice vuelve a aventarse, ahora
por boca de uno de los principales impulsores de su candidatura, que admite con
increíble cinismo haber sido parte de un mafioso clan de cardenales que
conspiraron en las sombras para elevar a Bergoglio a expensas del entonces
reinante Ratzinger, siendo que este género de maquinaciones está penada con
excomunión en la constitución apostólica Universi Dominici Gregis, de
1996.
Otra nulidad rutilante fue la de los discursos de Francisco en
EEUU, en el Capitolio y en la sede de la ONU, en donde habló con su insulsez
característica, lo que no obstó para que cosechara aplausos entusiastas de
parte de las personalidades presentes, lágrimas de senadores e incluso el estrambótico
gesto de un legislador devenido pope fan, que
corrió a sorber el remanente de agua del vaso en que bebiera Bergoglio para
luego convidar a toda su familia a mojar la lengua en ese hontanar opimo.
Quizás ni el horaciano O fons Bandusiae, splendidior vitro supere
en intensidad emotiva al arrebato de estos fetichistas del sorbo de Bergoglio,
y aún queda por refundarse un ciclo bretón para agasajo de este nuevo santo grial
cuyo prodigio, por contraste con el de las bodas de Caná, consistiría en haber
trocado el vino de la predicación evangélica en el agua turbia del culto
sacrílego del hombre.
Entre paréntesis conste que ni aun el montaje que le armaron en
su gira caribeño-norteamericana alcanza a disimular la impopularidad creciente
de Francisco en su propia diócesis romana. «Los cristianos abandonados lo
abandonan», titula un
artículo que da cuenta de que el millón y medio de asistentes a
las audiencias de los miércoles en la plaza San Pedro durante todo el año 2013
se redujo, en lo que va del 2015, a poco más de cuatrocientos mil. De
prolongarse la ola descendente, en un par de años el Papa saldrá al balcón a
contemplar las baldosas impertérritas. Otro inquietante rasgo de nulidad éste
de la ingratitud creciente del populacho a su demagogo mayor, aburrido ya de
sus piruetas, de los recursos circenses repetidos hasta el agotamiento.
Dijo Pieper que es por obediencia a la llamada de su Creador que
las criaturas pasan de la nada al ser. La obra de inversión preternatural
consiste en procurarles el máximo de reducción ontológica a los seres,
devolviendo las cosas -si fuera esto posible- a la nada. Luego de haber
conspirado exitosamente durante décadas contra la fe, esto es lo que se intenta
ahora con el matrimonio: hacer de cuenta que aquello que es puede no
ser nihaber sido; decretar, por puro arbitrio del hombre,
la disolución de aquello que Dios ligó hasta la muerte dándole el
mote de nulo. De lo que se trata es de anular, de un solo
golpe, las realidades naturales y las sobrenaturales, haciéndolo justamente en
aquel sacramento que se funda en una institución natural tan cara a los
designios del Creador que no han faltado Padres que llamaran «sacramento» aun
al matrimonio entre paganos.
Esta obra maldita, como se ve, no ha dejado de estar acompañada
de signos que delatan una nulidad ya indisimulable pese a los esfuerzos
publicísticos, de unos atributos de inconfundible vacuidad.