En
la “Radio Antiwilliamsoneidad”, cuyo despliegue de piadosas novenas no tiene
otro fin que servir de pantalla para disfrazar su inconmovible y diabólico fariseísmo,
no hay otra misión asumida más que hacer la obra de su padre, cual es la de
perseguir a los seguidores de Cristo. “YO”, decía el Padre Pío que es el nombre
del diablo. En esa afirmación orgullosa de sí mismo propia del fariseo, la
Radio y quien ostiene su timón, no hacen otra cosa que disgregar en la
confusión y atrincherarse cada vez más alrededor de un espíritu de secta.
En
uno de sus últimos chillidos antiwilliamsonianos (acá),
Ceriani incurre en varios sofismas elaborados sobre estas premisas falsas: a)
Afirma implícitamente que son acatólicos (= no católicos) los que participan
activamente en el Novus Ordo (el 99,9% de los católicos serían acatólicos).
b) Aplica las normas sobre communio in sacris con acatólicos, por analogía, a
la participación en el Novus Ordo. Según el principio universal del derecho que
se enuncia así: "odiosa
sunt restringenda, favorabilia sunt amplianda"; no se debe
extender, por analogía, lo desfavorable u oneroso o restrictivo de una ley a
situaciones no contempladas en esa ley (Ejemplo: hay un orden de precedencia de
las personas según su dignidad, establecido en las leyes del Estado. Luego, ese
mismo orden debe aplicarse en las filas del aeropuerto, independientemente del
orden cronológico de llegada. Otro: es ley de la Iglesia que las mujeres no se
acerquen al altar. Luego, tampoco a la sacristía, donde normalmente entra sólo
el sacerdote y los acólitos).
Y,
claro, mantiene el equívoco acerca de la idea de "iglesia conciliar",
como conviene al diablo.
Como
dijo el Padre Castellani, definiendo al fariseo: “Todo el que no tiene espíritu como el mío, tiene mal espíritu”, es el
pensamiento recóndito del fariseo. Y lo contrario es justamente lo verdadero”.
Contra
el error notorio de los conciliares de tener una Iglesia “de puertas abiertas”
sin discriminación alguna, así dispuesta para que entren todos sus enemigos,
estos fariseos caen en lo contrario, haciendo una iglesia “de puertas cerradas”,
donde sólo podrán entrar y pertenecer a ella lo que son como ellos: puros,
infalibles, inconmovibles, santos. Francisco y Ceriani parecen estar en las
antípodas, pero son las dos caras de una misma moneda. Uno destruye la
Iglesia haciéndola tan ilimitada que sus contornos se vuelven borrosos y todo indistintamente
entra en ella. Otro la destruye haciéndola tan pequeña que sólo un ínfimo grupo
de iluminados caben en ella. Uno y otro definen al “verdadero católico” de
acuerdo a sus propios y personales criterios. En definitiva, se hacen “dueños”
de la Iglesia. Saduceos y Fariseos, ambos enemigos de Cristo.