"Según
su sentido original, nuestro sentido de lo ridículo no es en absoluto un
juguete infantil, sino un arma con efectos letales, que nos ha sido confiada
para sacar a la luz las falsedades e hipocresías del mundo.
El tirano
podrá armarse con triple cota de mallas, podrá rodearse de guardaespaldas,
podrá sembrar su reino de verjas con pinchos, de manera que la libertad de
expresión sea aplastada y se amordace cualquier crítica. Incluso podrá hacer
algo peor, corrompiendo las conciencias de sus súbditos con una falsa historia
y con sofismas hasta que crean que es lo que pretende ser: una criatura semidivina,
un libertador enviado por el cielo. Hay algo que sigue temiendo, sin embargo,
una angustia que le obliga a mirar a un lado y a otro, para observar los
rostros de sus esclavos. Tiene miedo de la risa. El escritor satírico está ahí,
como el niño en el desfile cuando el Emperador atravesó la ciudad con su famoso
traje nuevo. Suya es la voz que interpreta lo que veían miles de espectadores:
‘¡Pero madre, si está desnudo!’”
Mons. Ronald A. Knox, Old and New
Essays
De acá.