Santo
Tomás Moro sube al patíbulo y tropieza.
-Ayúdeme
a subir esta escalera –pide al jefe de la guardia. Y añade en voz baja-: Para
bajar ya me las arreglaré solo.
Plegaria
de San Felipe Neri: “Señor, cuídame. Sobre todo no me olvides, no me pierdas de
vista…De lo contrario, no sé de lo que sería capaz…”
El
Papa Pío XII, al que los médicos en varias ocasiones habían desahuciado, y que
él mismo se consideraba extremadamente enfermizo, solía decir:
-Tengo
una pésima salud de hierro…
-¿Cómo
se llama el niño que va a ser bautizado? –pregunta el sacerdote al padrino.
-Se
llama: Juan Adolfo Norberto Evaristo Rodríguez del Pomeral de la Mirándola…
-¡Oh!...-dice
el cura. Y volviéndose al monaguillo le ordena-: Ve a la sacristía a buscar más
agua. No habrá suficiente…
-El
Papa ha mandado hacer reformas en su residencia de verano de Castelgandolfo. El
mejor decorador de Roma se ha ocupado de todo: muebles, tapicería, cortinas. Estatuas
sagradas…Su labor ha sido perfecta. Cuando los obreros han acabado, acompaña al
Papa para que dé el visto bueno. Llegan al dormitorio cuando están colocando el
último detalle: un valioso cuadro, auténtica obra maestra. Como remate sacan un
pequeño crucifijo del siglo XI y lo colocan sobre la cama.
-¡Oh,
no! –exclama el Papa-. Ya le dije que aquí no quería nada que me recordara el
despacho…
Un
accidentado grave recobra el conocimiento y pregunta:
-¿Es
que ya estoy en el Paraíso?
-No,-le
dice su mujer-. Convéncete, querido. ¿No ves que yo estoy aquí?
Padre,
me ocupo de mirarme muchas veces durante el día al espejo y encontrarme muy
bonita…
-Continúa,
hija mía, esto no es un pecado, es un error.
Tres
monjes trapenses, que perpetuamente guardan silencio, excepto algunos minutos,
los domingos, durante uno de estos recreos uno no puede evitar exclamar:
-¡Ah,
cómo me gustan a mí las espinacas!
Al
domingo siguiente, el segundo le contesta:
-Yo
detesto las espinacas.
Pasa
otra semana, y el tercero se pone a gritar:
-¿Habéis
acabado de molestar con vuestras charlas sobre las espinacas?
Un
conductor de camión se presenta en la comisaría:
-En
este pueblo, ¿hay vacas negras?
-¡No!
-¿Y
cabras negras?
-¡No!
-¿Y
perros grandes negros?
-¡Tampoco!
-Entonces
he atropellado al cura…
Una
niña cuenta el milagro de las bodas de Caná:
-Y
entonces, a la vista de Nuestro Señor, el agua se turbó. Se sonrojó y se
convirtió en vino…
Un
niño que ha estado contemplando una boda desde la banqueta de enfrente de la
iglesia, exclama de repente:
-¡No
tiene un pelo de tonta la novia! Ha entrado con un señor viejo y ahora sale con
uno joven…
En
plena selva, un misionero se encuentra cara a cara con un león con aire de
pocos amigos.
-¡Señor!-exclama-,
inspira a esta bestia sentimientos cristianos…
Y
el león dice:
-¡Señor!,
bendice el alimento que voy a tomar…
Un
condenado a muerte va a ser decapitado. Se confiesa con el capellán:
-¡Si
usted supiera las maldades que he cometido en mi vida!
-No
se preocupe –le dice el capellán-, usted hablará muy pronto de todo esto con el
buen Dios, con la cabeza despejada…
Marie-Chantal
y Gladys visitan el Louvre y quedan admiradas ante un cuadro del Nacimiento,
del Ticiano.
-Querida
–pregunta Marie-Chantal-, ¿por qué tanta miseria, y este asno y este buey que
soplan sobre el bebé?
-Todo
el mundo sabe –dice Gladys- que esta pobre gente tenía innumerables
dificultades, y no poseían ni un centavo…
-¡Increíble!
¡Sin un centavo y hacerse pintar por el Ticiano!
Octavilla
distribuida a la puerta de una iglesia del Senegal:
“El
domingo, 2 de septiembre, a las 9, en el local de la misión evangélica, el señor
cura hablará sobre el tema siguiente: Yo no echaré fuera al que viene a mí.
Entrada libre y gratuita”.
En
Le Méridional: “El médico de Pío XII
es un especialista en enfermedades de los ojos. El Papa tiene en él una
confianza ciega”.
Un
cura abre el periódico y ve espantado una esquela que anuncia su propia muerte.
Inmediatamente telefonea a su obispo para tranquilizarlo. El obispo contesta:
-Claro
que he leído el periódico. Pero, dime: ¿desde dónde me llamas?
Un
pastor protestante intenta convertir a dos anarquistas españoles.
-No
se canse –le contestan-. Si no creemos en la verdadera religión, ¿cómo quiere
que creamos en la suya?
Un
judío se convierte al catolicismo.
-¡Excelente!-le
dice el sacerdote-. ¿Te arrepientes de tus pecados?
-¡Oh!,
sí, Padre.
-¿Y
prometes reparar las injusticias que has cometido, y devolver todo el dinero
que hayas robado?
-De
ninguna forma, Padre. Esto ya no es religión, esto son negocios…