La
estupidez no dispensa de pensar.
¡Ojalá
tuviera tantos oyentes como escuchas!
Al
derribar las estatuas, respetad los pedestales. Siempre pueden ser útiles.
¿Quieres
ahogar la voz de tu corazón? Conquista el aplauso de la multitud.
Cuando
griten: “¡Viva el progreso!”, pregunta siempre: “¿El progreso de qué?”.
Algunos
ven por los ojos como por una mirilla.
Lleva
un estandarte con colores de camuflaje.
Habla
sabiamente, el enemigo escucha.
El
mundo no está loco en absoluto, aunque no está hecho para la gente normal. Está
hecho para los normalizados.
En
la selva llevan cascos cubiertos con una red de camuflaje con hojas trenzadas.
Yo llevo gorro frigio cosido con cascabeles de bufón.
Cada
clase tiene su propia burguesía.
No
debes aserrar la rama sobre la que te sientas, a menos que quieran colgarte de
ella.
Hasta
su silencio tenía errores de lenguaje.
¿Alguien
preguntó alguna vez a la tesis y a la antítesis si querían realmente convertirse
en síntesis?
De
la mayoría de las obras sobreviven únicamente algunas citas. ¿No sería mejor
escribir desde el comienzo sólo esas citas?
Hubiera
preferido que David derrotara a Goliat con su arpa.
La
voz de la conciencia también pasa por un cambio de voz.
¡Poned
en manos de un bárbaro un cuchillo, una pistola o un cañón, pero, por amor de
Dios, no le déis jamás una pluma! ¡Os convertirá también a vosotros en
bárbaros!
Me
desconcierta el rostro del enemigo porque veo cuánto se me parece.
Casi
todos los monumentos son huecos.
Muchos
esperan "la luz roja" para no tener que pasar al otro lado.
Los
que nadan contra la corriente no deben esperar que ésta modifique su dirección.
Mantuvo
en alto su bandera. Para no tener que verla.
Un
salto moral es mucho más peligroso que un salto mortal.
Su
conciencia estaba limpia. Nunca la había utilizado.
Las
mentiras tienen piernas cortas, pero saben muy bien hacer zancadillas.
Los
representantes de fábricas de automóviles venden automóviles, los
representantes de compañías de seguros venden seguros, ¿y los representantes
del pueblo?
La
única moneda antigua que aún hoy sigue en circulación: los treinta denarios.
Los
optimistas son hombres que no creen que valga la pena comprender nada, porque
de cualquier modo, todo irá mejor.
¿Soy
o no creyente? Sólo Dios lo sabe.
Los
pensamientos saltan de un hombre a otro como pulgas. Pero no pican a todos.
Sufría
de manía persecutoria: alguien lo seguía constantemente, pero no era nada más
que un funcionario de Seguridad.
El
que comienza a ver, muchas veces tiene que hacerse el ciego para salvarse.
Soy
optimista: creo en el influjo liberador del pesimismo.
Historia:
conjuntos de hechos que se hubieran podido evitar.
Era
un hombre progresista en materia de religión. Aceptaba que el hombre desciende
del mono, pero del mono del Arca de Noé.
Más
fácil es conceder a alguien una alabanza que un derecho.
Los
hombres de menor calidad se venden al más alto precio.
Todos
somos iguales ante la ley. Pero no ante los encargados de aplicarla.
El
enemigo puede estar atrás, a la izquierda o a la derecha; el adversario siempre
está enfrente.
El
mundo jamás perdona a quien no es culpable de nada.
Hubiera
comprendido muchas cosas si no me las hubieran explicado.
Insisto
en que a la gente le gustan los pensamientos que no le obligan a pensar.
En
ciertas fuentes de inspiración las Musas se lavan los pies.
Cuando
en las fábulas políticas hablan animales es que los tiempos son probablemente
inhumanos.
En
el camino con menos obstáculos, fallan los mejores frenos.
Quien
tiene buena memoria, puede olvidar más fácilmente ciertas cosas.
También
el guardarropa del alma sigue las revistas de modas.