Solemos ver más fácilmente los errores ajenos que
los propios. Esta verdad que nos persigue, si somos persistentes en recordarla,
evitará que no nos incluyamos entre quienes necesitan remedio constante a los
propios defectos. Mas, esta verdad no debe impedirnos la corrección fraterna
(si es posible con humor, por lo menos aquí) allí donde vemos que se comete ese
tan frecuentado error de achacar al otro lo que precisamente nos aqueja a
nosotros mismos. En este caso, desde una auto-victimizada Radio por medio de un
artículo intitulado como un famoso cuento de Julio Cortázar, “Casa tomada”
(aunque con mejor sentido, claro está, más bien recordando nosotros a San
Atanasio). Perdonen nuestras rústicas correcciones a una parte de su texto (no
vamos al todo porque estamos con un poco de cansancio), esperamos no incurrir
en ninguna contravención bloguera o internáutica.
Dice el texto de quienes se sienten excluidos por
aquellos a quienes tanto critican: “Aunque no lo diga, aunque ni siquiera lo
mencione, esa parte de la Resistencia, que EXCLUYE a otras partes de la
Resistencia y se afana por darse un cierto target monopólico de la Resistencia,
abriga en su seno esperanzas que no son propias de un verdadero Resistente”. (Caramba. Dicen esto desde un sitio que se hace llamar “LA
voz de la Tradición Católica”, es decir, “la única” voz. Lo dice un sitio web
que no tiene ningún enlace a otros sitios o blogs, es decir, que EXCLUYE
recomendar otro sitio que no sea el propio. Qué curioso).
“Pretenderse ÚNICOS referentes de la Resistencia,
cuando han demostrado inclusive cierta permeabilidad ante argumentos lábiles
como los de Mons. Williamson respecto de la “autoridad de los conciliares”, y
que no termina de fijar una posición concreta y firme frente a la OCUPACIÓN por
parte de los modernistas de las estructuras que no les pertenecen, es un
intento que conlleva un aspecto sectario inequívoco”. (Bueno,
bueno, quienes se han cerrado en sí mismos –como de alguna forma lo decimos en
el comentario anterior- y han arrojado todo tipo de ataques a quienes no
pensaban como ellos, ahora acusan de “sectarios” a aquellos con quienes han
demostrado no querer tener ninguna parte en común. ¿En qué quedamos?)
Posteriormente incluyen un párrafo sin dudas muy
cierto: “Todo aquel que resiste, por algo lo hace. Hay algo que le dice que
debe resistir al virus modernista para salvarse de la enfermedad
revolucionaria. Quien esto hace o intenta, es mi hermano, más allá de tal o
cual error circunstancial o constante que pudiera deslizarse en la lucha. Quien
resiste merece respeto. Es un combatiente. Un hermano en la línea de fuego.
Entre escaramuzas y tiroteos, descansamos juntos; tal vez nos sentemos a fumar
juntos. Si él fuma tabaco rubio y yo prefiero el tabaco negro, no vamos a andar
peleándonos por ello”. (Pero que sin embargo no parece
del todo honesto, pues, con sus aciertos y sus errores –circunstanciales o
constantes, como prefieran ustedes-, sus cosas a favor y sus cosas en contra,
es indudable que Mons. Williamson ha resistido al liberalismo y por ello fue
expulsado de la Nueva FSSPX –no por las excusas dadas por Mons. Fellay-.
Entonces, si “quien resiste merece respeto” –más allá si estamos o no de
acuerdo en todo con él, pues decimos una vez más que no somos “obispólatras” ni
“obispoclastas”--, pues bien, a Mons. Williamson no se lo trató de ese modo, no
se lo respetó, sino que se lo igualó a Mons. Fellay, que sí está en la vereda
de enfrente. Y Mons. W. no fue el único: ocurrió con los otros sacerdotes que
salieron o fueron expulsados de la Nueva FSSPX, a quienes llamaron por lo menos
“fláccidos” cuando no se burlaron de ellos de distinta forma. ¿A qué viene
ahora un párrafo de “hermanos”? ¿No habría que revisar un poco lo que se hace
para que coincida con lo que se dice? ).
Los dejamos, finalmente, saludándolos cordialmente,
con nuestra idea de la Resistencia:
“La Resistencia no tiene por fin principal o
esencial el “resistir al cambio en la FSSPX”, sino el resistir a todo cambio
que quien quiera que sea pretenda hacer a la inmutable doctrina católica. El
fin de la Resistencia es la defensa de la Verdad católica contra cualquier
enemigo. Por tanto, la Resistencia está conformada por todos los católicos que
quieran mantener la fe y la moral íntegras, sin contaminaciones liberales,
modernistas ni de otras herejías o errores. La Resistencia sigue exactamente la
línea señalada por Mons. Lefebvre. La Neo-FSSPX se ha desviado de esa línea y
ha salido de ese camino para su desgracia, no la nuestra. La Resistencia no
existe en función de la FSSPX. La Resistencia es la auténtica heredera y
continuadora de la obra de Mons. Lefebvre. De lo que se trata es de traer a la
mayor cantidad de almas que sea posible a la Verdad, a fin de que se salven. El
fin es la salvación de las almas, no la salvación de la FSSPX. Se trata, en
consecuencia, de seguir haciendo lo que la Iglesia siempre hizo.”