“Vivamos la milicia del cristianismo con buen humor

de guerrillero, no con hosquedad de guarnición sitiada”.

Nicolás Gómez Dávila

“Estoy inaugurando en la Argentina la literatura anticlericalosa. En todos los países católicos existe y aquí es una vergüenza. Los eclesiásticos, como toda sociedad humana, tienen sus defectos, abusos y ridiculeces y si no existe un contraveneno, el córrigo-ridendo-mores, campan con todos sus respetos, como una murga cualquiera”.

Padre Leonardo Castellani


martes, 10 de septiembre de 2013

LOS ÚNICOS YA NO SON ÚNICOS (¿O SÍ?)




Solemos ver más fácilmente los errores ajenos que los propios. Esta verdad que nos persigue, si somos persistentes en recordarla, evitará que no nos incluyamos entre quienes necesitan remedio constante a los propios defectos. Mas, esta verdad no debe impedirnos la corrección fraterna (si es posible con humor, por lo menos aquí) allí donde vemos que se comete ese tan frecuentado error de achacar al otro lo que precisamente nos aqueja a nosotros mismos. En este caso, desde una auto-victimizada Radio por medio de un artículo intitulado como un famoso cuento de Julio Cortázar, “Casa tomada” (aunque con mejor sentido, claro está, más bien recordando nosotros a San Atanasio). Perdonen nuestras rústicas correcciones a una parte de su texto (no vamos al todo porque estamos con un poco de cansancio), esperamos no incurrir en ninguna contravención bloguera o internáutica. 
Dice el texto de quienes se sienten excluidos por aquellos a quienes tanto critican: “Aunque no lo diga, aunque ni siquiera lo mencione, esa parte de la Resistencia, que EXCLUYE a otras partes de la Resistencia y se afana por darse un cierto target monopólico de la Resistencia, abriga en su seno esperanzas que no son propias de un verdadero Resistente”. (Caramba. Dicen esto desde un sitio que se hace llamar “LA voz de la Tradición Católica”, es decir, “la única” voz. Lo dice un sitio web que no tiene ningún enlace a otros sitios o blogs, es decir, que EXCLUYE recomendar otro sitio que no sea el propio. Qué curioso).

“Pretenderse ÚNICOS referentes de la Resistencia, cuando han demostrado inclusive cierta permeabilidad ante argumentos lábiles como los de Mons. Williamson respecto de la “autoridad de los conciliares”, y que no termina de fijar una posición concreta y firme frente a la OCUPACIÓN por parte de los modernistas de las estructuras que no les pertenecen, es un intento que conlleva un aspecto sectario inequívoco”. (Bueno, bueno, quienes se han cerrado en sí mismos –como de alguna forma lo decimos en el comentario anterior- y han arrojado todo tipo de ataques a quienes no pensaban como ellos, ahora acusan de “sectarios” a aquellos con quienes han demostrado no querer tener ninguna parte en común. ¿En qué quedamos?) 

Posteriormente incluyen un párrafo sin dudas muy cierto: “Todo aquel que resiste, por algo lo hace. Hay algo que le dice que debe resistir al virus modernista para salvarse de la enfermedad revolucionaria. Quien esto hace o intenta, es mi hermano, más allá de tal o cual error circunstancial o constante que pudiera deslizarse en la lucha. Quien resiste merece respeto. Es un combatiente. Un hermano en la línea de fuego. Entre escaramuzas y tiroteos, descansamos juntos; tal vez nos sentemos a fumar juntos. Si él fuma tabaco rubio y yo prefiero el tabaco negro, no vamos a andar peleándonos por ello”. (Pero que sin embargo no parece del todo honesto, pues, con sus aciertos y sus errores –circunstanciales o constantes, como prefieran ustedes-, sus cosas a favor y sus cosas en contra, es indudable que Mons. Williamson ha resistido al liberalismo y por ello fue expulsado de la Nueva FSSPX –no por las excusas dadas por Mons. Fellay-. Entonces, si “quien resiste merece respeto” –más allá si estamos o no de acuerdo en todo con él, pues decimos una vez más que no somos “obispólatras” ni “obispoclastas”--, pues bien, a Mons. Williamson no se lo trató de ese modo, no se lo respetó, sino que se lo igualó a Mons. Fellay, que sí está en la vereda de enfrente. Y Mons. W. no fue el único: ocurrió con los otros sacerdotes que salieron o fueron expulsados de la Nueva FSSPX, a quienes llamaron por lo menos “fláccidos” cuando no se burlaron de ellos de distinta forma. ¿A qué viene ahora un párrafo de “hermanos”? ¿No habría que revisar un poco lo que se hace para que coincida con lo que se dice? ).

Los dejamos, finalmente, saludándolos cordialmente, con nuestra idea de la Resistencia:

“La Resistencia no tiene por fin principal o esencial el “resistir al cambio en la FSSPX”, sino el resistir a todo cambio que quien quiera que sea pretenda hacer a la inmutable doctrina católica. El fin de la Resistencia es la defensa de la Verdad católica contra cualquier enemigo. Por tanto, la Resistencia está conformada por todos los católicos que quieran mantener la fe y la moral íntegras, sin contaminaciones liberales, modernistas ni de otras herejías o errores. La Resistencia sigue exactamente la línea señalada por Mons. Lefebvre. La Neo-FSSPX se ha desviado de esa línea y ha salido de ese camino para su desgracia, no la nuestra. La Resistencia no existe en función de la FSSPX. La Resistencia es la auténtica heredera y continuadora de la obra de Mons. Lefebvre. De lo que se trata es de traer a la mayor cantidad de almas que sea posible a la Verdad, a fin de que se salven. El fin es la salvación de las almas, no la salvación de la FSSPX. Se trata, en consecuencia, de seguir haciendo lo que la Iglesia siempre hizo.”

  
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