Iniciando el “Año de
la Misericordia” convocado por Francisco, compartimos con nuestros lectores
esta bonita parábola de la actualidad actual, intitulada “La Parábola del buen
argentino”, también conocida como
“Parábola del buen modernista”
Una congregación religiosa católica, muy afecta a las
tradiciones, se encontró con salteadores, que la marginaron de la Iglesia.
Quedó con heridas, magulladuras y estigmas por todas partes. Pasó un Papa, le
sonrió, le dio una aspirina, y siguió de largo. Pasó otra gente, se burló de
ella llamándola cismática, y siguió de largo. Pero aunque ella clamaba sedienta por ser
reconocida, nadie la socorría. Entonces, un argentino que andaba caminando por las periferias existenciales, la vio allí tirada, y no lo dudó. La ayudó a
levantarse, pidiéndole a las autoridades que la dejaran vivir en paz, que no la excluyeran ni la discriminaran más pues era parte de la Iglesia. Luego de hacer que la reconociesen
como tal, la llevó a su amigo posadero Poli, y se la entregó, diciéndole:
“Ahora te la encargo a vos, misericordiala un poco, haceme la gauchada. Y de
paso le enseñás todo lo que tiene que saber sobre el ecumenismo, la libertad
religiosa, el novus ordo y demás cosas del concilio. No queremos que le vuelva a pasar lo
mismo que antes, que por salirse del camino termine golpeada y maltrecha. Creo
que con lo que sufrió ya aprendió bastante. Por los gastos no te preocupés, yo banco
todo”.
Así fue como el buen argentino, Francisco, mostró la piedad modernista en
nuestros días. Como él, todos debemos balconear la vida, para encontrar al desdichado
tradicionalista a quien primerear,
para que todos seamos uno.