Osko y su espada: no le sirve mucho que digamos…
Un visitante
desprevenido que ingresara por vez primera al sitio de la Radio Cerianidad
podría tener serias dificultades para establecer cuál es la identidad de la
misma: ¿Es una Radio devota y pía, que fomenta la beatería más dulzona mediante
novenas, triduos y treintenas? ¿Es una Radio que publica sermones de hinchada y
ajada retórica? ¿Es una Radio cómica que publica comentarios absurdos e
hirientes que mezclan sin ton ni son temas sin el menor buen razonamiento? ¿Es
una Radio que grita histéricamente y escupe odio infernal contra un obispo y un grupo de la Tradición católica? ¿Es seria, es cómica, o qué es? No, amigos. No puede ser ni uno ni lo otro. Es
mortalmente seria y dramática cuando pretende ser “cómica”, y es mortalmente
graciosa cuando pretende ser “seria”. Todo esto no es ciclotimia, sino que puede
conjugarse en una identidad que tiene este nombre: FARISEÍSMO.
El Fariseo
ayunaba, pagaba los diezmos, era aparentemente irreprochable en su pública
manifestación religiosa, era un campeón del cumplimiento. Pero a la vez el Fariseo
era cruel, soberbio, orgulloso, despiadado, prepotente, perverso, ridículo. Los fariseos se cubrían con una pátina de
gazmoñería, mientras mataban a Cristo “del modo más torpe, bullanguero,
escandaloso, desbaratado y disparatado que puede imaginarse; aunque también (y
en eso sí no les falló el instinto) del modo más horriblemente cruel”
(Castellani, “Cristo y los Fariseos”).
Para ejemplo
de tal “escuela” uno de sus aprendices de la “Iglesia Extinguida”, un energúmeno incontinente
que se hace llamar “Osko” (sic), expele una serie de sandeces bestializadas por
un estilo tosco y ruin, muy de la escuela “CHARLIE HEBDO”, como en estas
últimas entradas
las cuales
sin dudas rebajan a la ya alicaída Radio (en busca de protagonismo urgente) en
la poca consideración que pudiera tener, destinándola a vivir de lejanísima reputación
en unos pocos sobrevivientes o recién llegados ayunos de toda teología y
sentido de la moral.
El diablo se
empeña y se empeña contra la Resistencia, y particularmente contra Mons.
Williamson, pero cada vez sus métodos se tornan más torpes y violentos, pues ve
que ya no puede de otra forma arrastrar a los que aún resisten al despeñadero
de la orgullosa falsificación de la Religión. Pues que siga así: nos reiremos
de él en vez de discutirle, pues como dijo Santo
Tomás Moro: "El diablo... el espíritu orgulloso...no
puede aguantar que se mofen de él..."
Osko y su titiritero.