Allá
arriba, preservado de toda inmundicia, está él.
No
es grato constatar que el trastorno psicopático del Rabí radial P. Ceriani
parece ir en aumento. Así lo podemos ver cuando proclama desde su torre
inexpugnable, en esta nota, lo
siguiente:
“Mientras
tanto, el Obispo de Kent entretiene a sus lectores…
Otro tanto
hacen los blogs que lo secundan…, tanto en castellano, como en francés e
inglés…
Ahora bien,
todos ellos, desde el
Obispo de Kent hasta el último de los responsables de sus blogs, pasando por
Mons. Faure y todos los sacerdotes
de la Fláccida, son entretenedores…, comediantes… De manera que nada nos obliga
a tomar en serio lo que dicen…”
De
manera que para el Líder de la Secta llamada Radio Cristiandad, los dos obispos –de los que no puede rebajarse a
pronunciar sus nombres-, los 63 sacerdotes de la Resistencia -a la que tampoco
puede rebajarse a mencionar-, y suponemos que también todos los religiosos de
sus cinco monasterios y conventos, y además los aproximadamente 35 o 40 sitios
y blogs resistentes, con sus seguidores habituales, todos ellos son “entretenedores…comediantes”
de los que no puede tomar en serio lo que dicen.
Bueno,
si esto significa que Su Eminencia ya no ocupará su tiempo en ellos, es una
buena noticia. Ahora que si esto significa que se ocupará a partir de ahora de
desplegar su sentido del humor, sarcasmo e ironía en cada uno de sus artículos,
entonces el Rabí radial está en un declive final. Porque no haciendo otra cosa
que tomarse a sí mismo en serio y no a los demás, seguirá careciendo del
sentido de la verdadera ironía y humorística sagacidad, pues “la ironía es la
benevolencia del pesimista”, al decir de Gómez Dávila, en cambio el optimista
de sí mismo, razonador ilimitado (por eso siempre “tiene razón”) en su hosca rigidez,
carece de la capacidad de ver las cosas como son, mediante el buen discernimiento
que da el sentido común. El diablo, bueno es recordarlo, carece de sentido del humor.
Esto es triste y ya nos aburre. Es mortalmente serio, como
el horror que abrazó a Kurtz en la espesura de la selva, para no soltarlo más.
Kurtz.