“Nuestra
prédica se hace caricaturesca si se limita a fustigar cada domingo los errores
del Vaticano II. Ciertamente no se trata de descuidar la gravedad y las
consecuencias trágicas de este Concilio, sino más bien de estimar correctamente
los medios que necesitan nuestros fieles para trabajar por su salvación y de
procurárselos efectivamente”
“el soberano
pontífice que, siempre dejando la puerta abierta a la inmoralidad, no toma
posición en este debate, provoca un inmenso escándalo”.
"Nosotros
ponemos como condición “sine qua non”, antes de toda regularización canónica,
la aceptación por parte de estas autoridades de nuestra identidad católica, con
la garantía que no se nos obligará a adoptar este espíritu y estas reformas”.