No
sabemos si el Papa estaba allí, como indican las remeras, pero seguro que sí estaba el cornudo, como lo
atestiguan los gestos de la multitud enardecida, mismos con que se amontonan en
los conciertos de rock para con similares signos proclamar su amor, ¿sabrán a quién? Esto ocurrió en Filipinas.
Los sacerdotes, por su parte, contagiados de la efervescencia idolátrica de la multitud,
bregaban por obtener no una bendición papal, sino una foto o quizá una selfie con sus celulares. Sin dudas muy
espiritual la cosa.
Pero el desquicio no empezó solamente con el Vaticano
Segundo, hay que decirlo. Esta fotografía de las monjitas imantadas por la TV es
de 1949
(Revista
Time. Sisters at St. Vincent’s Hospital in Erie, Penn.,
watch a program on a new local TV station, 1949).