Finalmente,
la sonrisa es un alquimista prodigioso, que transforma en oro purísimo las
escorias de la vida, ese sin número de insignificantes contrariedades que no
pudiendo llamarse adversidades ni dolor, parecen indignas de ofrendarse en el
altar.
La sonrisa las barre y las recoge cuidadosamente y las ofrece a Dios, con sencillez y alegría diciéndole: “No me avergüenzo de mi ofrenda, porque te doy lo que tengo: si más tuviera, más te daría Señor”.
Es el óbolo de la viuda. Y el que sonría por caridad, ante las contradicciones pequeñitas, es digno de oír las palabras que Jesús dijo de la viuda: “En verdad os digo que ella dio más que todos”.
La sonrisa las barre y las recoge cuidadosamente y las ofrece a Dios, con sencillez y alegría diciéndole: “No me avergüenzo de mi ofrenda, porque te doy lo que tengo: si más tuviera, más te daría Señor”.
Es el óbolo de la viuda. Y el que sonría por caridad, ante las contradicciones pequeñitas, es digno de oír las palabras que Jesús dijo de la viuda: “En verdad os digo que ella dio más que todos”.
Hugo Wast
De acá.