“San Ignacio estuvo 10 meses en una
cueva terrosa al frente del río Cardoner (…) pidiendo limosna y haciendo
oración en la soledad y desamparo de todos los hombres (…)
El solitario huyó de la sociedad de los
hombres a la montaña, la fronda, el río; nosotros hemos puesto allí, a su
honra, el tren, la electricidad, el vapor, la sociedad y la “civilización”, es
decir, aquello mismo de que él huyó”.
P. Castellani, Diario, 14-7-1947.