Politiquera
mentirosa y deslenguada.
“La lucha contra
la mentira no es igual que la lucha contra la tucura. A la tucura es menester
perseguirla tenazmente y destruirla hasta la última; con la mentira no se
puede. A la mentira hay que descreerla simplemente…y dejarla pasar. ¿Y cómo se
hace para saber qué es mentira? En caso de duda, hay que descreer de todo.
Hay demasiada
cantidad hoy día para dedicarse a su persecución. Los politiqueros tienen que
mentir, porque eso es de su oficio, ¿cómo ganarían el pan de no mentir? Si un
politiquero dijera: 'Yo no he estudiado
nada de nada ni he hecho nada de provecho en mi vida. Me gusta mandar, aunque
no sé si sirvo para ello, porque no tengo experiencia; pero quiero mandar en
todo caso, aunque sea para ver qué pasa...', ¿quién se entusiasmaría por
él? El politiquero tiene que aprenderse una ideología cualquiera, que sea la
panacea de todos los males del mundo, incluso de la Bomba Atómica, si es el
Partido Demócrata, y tiene que saber cuáles son las palabras que halagan los oídos
de su época, como ‘Libertad, Justicia Social, democracia, igualdad de todos,
persona Humana, Civilización cristiana, etc.’, en la nuestra; así como ‘hegemonía
de Atenas’, en tiempo de Cleón; y ‘Despotismo del Patriciado’, en el tiempo de
Marius.
Y con esto tiene
que tener la facultad de poder hablar un poco al rumbo, sin tener que pensar en
lo que dice: de modo a producir en la gente una especie de borrachera, o estado
hipnótico leve”.
P. Leonardo Castellani, “La Lucha contra la Mentira”, en “Notas
a caballo de un país en crisis”, DICTIO, Bs.As., 1974.